Capitulo 2

309 26 1
                                    

           Capitulo 2

Al día siguiente Liss se sentó frente al ordenador e intentó comprender una guía sobre gráficos y hojas de cálculo, pero por muchas vueltas que le diera no conseguía encontrar lo que realmente necesitaba, y acababa una y otra vez en la misma página de información. No quería hacer perder más tiempo a las demás secretarias pidiéndoles que la ayudaran, ni quería admitir lo inepta que era ante nadie más.

Sus dotes de mecanógrafa tampoco habían mejorado repentinamente desde el día anterior, como a ella le habría gustado, y no era porque el teclado fuera distinto, aunque sus dedos parecían creer que estuviera en suahili.

Era como estar atrapada en el tiempo, la misma pesadilla una y otra vez. No miró a Hyun Joong cuando éste salió de su despacho y le dejó unos papeles sobre la mesa. Sabía que se dirigía a una reunión y que ella tendría que pasar toda la hora de la comida tratando de arreglar el nuevo desaguisado que sin duda había cometido.

Estaba claro que la consideraba una inútil, y no podía culparlo por ello.

Intentó no desanimarse demasiado, pero sí se avergonzó cuando pasaron delante de ella Youra y otra secretaria y la vieron atada al ordenador, completamente inundada. Liss se sintió incómoda al ver sus sonrisas, pues sabía que estaban riéndose de ella: la princesa estaba intentando tener un trabajo de verdad y estaba fracasando estrepitosamente. A ella no le gustaba fallar y menos aún le gustaba hacerlo delante de testigos. Además, aquélla era su última oportunidad.

Por alguna razón no conseguía hacerlo bien; cada vez que pensaba que iba por el buen camino, surgía algún problema y parecía que, cuanto más lo intentaba, peor le iba todo. No era así como debían ser las cosas.

Se le pasó por la cabeza rendirse, llamar a Alex y suplicarle que se apiadara de ella..., prometerle que si dejaba que volviera a casa, viviría como una monja. Pero sabía que su hermano no se lo permitiría. No quería que estuviera allí; nadie de su familia quería que volviera. Tenía que demostrarles que podía hacerlo, pero para eso tendría que mantener los ojos bien abiertos y centrarse por completo en el trabajo. Sólo podía pensar en Hyun Joong de un modo completamente profesional; era su jefe y nada más.

La mala suerte quiso que él entrara justo en el momento en que acababa de apartar la silla del escritorio para descansar unos segundos. Se había quitado las sandalias y estaba estirando las piernas y los pies en el aire. La tarde se presentaba interminable y se moría de ganas de llegar a su apartamento y cambiarse de ropa para salir. Había un bar nuevo en la zona más de moda de la ciudad y la habían invitado a la inauguración. Quería ponerse guapa, bailar y, más que ninguna otra cosa, quería quitarse de encima la frustración que le provocaba pasarse el día sentada delante del ordenador.

Se quedó completamente helada al verlo entrar. Él la miró lentamente desde los pies a la cara, que para ese momento estaba completamente sonrojada. Dios, hacía años que no se ruborizaba tanto; siempre había sabido controlar sus emociones, pero debía de ser la décima vez que le pasaba en los últimos dos días. El motivo del rubor no era otro que la vergüenza de que su jefe la hubiera sorprendido tomándose un descanso; no tenía nada que ver con el modo en que su mirada se había entretenido observándole las piernas.

La incomodidad de Liss aumentó al ver que Hyun Joong no se detenía a una distancia prudencial, sino que seguía avanzando hasta apoyar las manos en su escritorio, delante de ella y sin dejar de mirarla ni un momento. Y no se molestó en ocultar su cinismo

- ¿Para ti tiene algún sentido la expresión «trabajar duro»? -a sus labios asomó una irónica sonrisa-, ¿En la cama también eres así? ¿Te gusta quedarte de brazos cruzados y dejar que el otro haga todo el trabajo?

La princesa Y su Jefe (Adapt)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora