"Aveces, para una persona, eres más importante de lo que crees."La tarde en la que él llego fue de lo más inesperada.
Ya me había acostumbrado a no ver su sonrisa, a no oírlo reír... A no sentir su presencia. Me había acostumbrado a la forma en la que su ausencia me rondaba.Pero esa tarde, ni siquiera sabía por dónde empezar a insultarlo.
Se había llevado todo mi progreso!
Progreso que me había costado tanto conseguir!Caminaba con las chicas, absorta de su animada conversación, intentando ignorar todas las señales que el universo me enviaba para prepararme. Si tan solo lo hubiese escuchado, si tan solo hubiese levantado la mirada antes de chocar repentinamente contra mis amigas, no me hubiera quedado paralizada y en blanco cuando lo vi.
Ahí estaba él, con su maldita hermosa sonrisa y su cabello alborotado, mirándome.
Mi vista viajó de él hacia mis amigas, las cuales se veían igual de perdidas que yo. Ninguna dijo algo, no había nada a decir.― Se las robaré esta tarde. ― dijo. Y sin esperar respuesta me llevó consigo.
Yo seguía atrapada en el desastre de nudos que mi cabeza era, en este momento que se sentía irreal.Miré hacia atrás, hacia ellas. Siempre leales, me sonrieron disculpándose por un comportamiento que ni siquiera era de ellas, preocupándose por lo que sería de mí y mi apenas restaurado corazón ahora que él aparecía otra vez.
Caminaba a su lado, con mi corazón en la palma de la mano, repasando mis opciones: ¿Arrepentirme e irme y mantener los pedazos unidos o que la curiosidad me derrumbe?.
― Hola ― me saludó antes de que pudiese tomar alguna decisión. Tardé unos segundos en acomodar las palabras y encontrar mis cuerdas vocales.
― ... Hola ... ― me miró y sonrió; algo se agitó en mí y lo maldije. Maldije el desbocar en los latidos que provocó y el calor en mis mejillas. Maldije que aún tuviera esa debilidad hacía él, debilidad que creí que ya había borrado.
Pero supongo que 9 años de enamoramiento no se borran en tan solo 11 meses.
Después de ese saludo no se dijo nada más durante un tiempo, y eso me molestaba. Cada minuto que pasaba con él me hacía recordar esos momentos en los que era feliz junto a él y juro que comenzaba a extrañar a mi vieja yo, aquella que ya había enterrado en algún lado en mi cabeza junto con esos momentos.
―¿Qué haces aquí? ― pregunté.
― Caminar junto a ti ― apreté mis puños, él intentaba derribar mis barreras.
― Déjame volver a formular la pregunta: ¿Por qué estás aquí? ― en ese momento él detuvo la caminata y yo me quede detrás de él.
― Para verte, por supuesto.
No respondí por simples razones: no tenía que responderle y tampoco sabía que. Me quedé en blanco, siempre pasaba con él.
Todo el mundo siempre me comentaba lo buena que era cuando se trataba de palabras, pero siempre que se trataba de él, me quedaba sin sílaba alguna; no podía armar palabras coherentes. Me quedaba atrapada en mi cabeza ante las palabras que no sabía cómo poner en orden.
Se giró a verme, supongo que le extraño no oírme responderle.
― Porque contigo siempre me siento relajado. ― ni siquiera intente buscar respuesta. No le iba a dar alguna hasta que fuera más específico.
Suspiró con pesadez y su mirada se perdió frente a él. Mis ojos solo enfocaban su rostro. ― ¿Qué haces cuando las cosas simplemente ya no van bien? ― prosiguió. ― ¿Qué haces cuando todo parece venirse abajo?, ¿Cómo lo solucionas?.
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Adiós
القصة القصيرة"―Entonces supongo que acabo antes de empezar. ― Lo terminaste incluso antes de pensar en comenzarlo."