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Ella tenía esperanza de hablar con el chico.

El chico llegó, aventó su mochila en el pasto.

Tenía los ojos hinchados, grandes ojeras y su ropa estaba desgastada, tenía el cabello corto, llevaba una capucha puesta. Tenia un moretón en el ojo.

Corrío a abrazarlo.

Le correspondió el abrazo y comenzó a sollozar.

Se quedaron toda la noche abrazados, ni siquiera durmieron, solo escuchaban sus respiraciones mezcladas con el canto de los grillos

"Los fantasmas si existen"

TormentaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora