Prólogo III

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Ya habían pasado ocho años desde que _______ llegó. Acababa de cumplir los trece. Todo era felicidad y amor. Iba al colegio, era la más lista de la clase, tenía unos amigos increíbles, sus padres la amaban con locura y, su hermano, Ben, era su mejor amigo.

Pero ella notaba que algo estaba mal, que algo no encajaba. ______ sabía perfectamente que ellos no eran su familia de verdad, no olvidó a su verdadero padre y nunca lo haría.

Todos los que la conocían sabían que era adoptada y que, en realidad, no pertenecia a la familia real. Les daba igual, la querían y trataban como si fuese una princesa de verdad.

Ese no era el problema. Lo que a ella le molestaba era la bondad. En el reino se trataban como si la vida fuese perfecta y maravillosa. Desde que encerraron a los villanos en la Isla ya no se preocupaban por futuras guerras ni males próximos.

A parte no soportaba los modales, tener que actuar como una princesa, no poder divertirse... Todos los días eran igual: ir a clase, sacar la mejor nota, sonreír, ser amable, llegar a casa, estudiar y volver a empezar. Ella era un alma libre, una cazadora; no una princesa.

Por eso mismo, a los trece años, decidió escaparse y huir al bosque.

-Hada madrina- llamó _______.

La mujer asomó la cabeza de entre una estantería y empezó a bajar las escaleras al ver a ______.

-¿Qué te ocurre, querida?- pregunto esta sonriendo.

La niña miró hacia el suelo nerviosa y se mordió el labio.

-¿Recuerdas cuando estuve hablando contigo sobre que no me sentía cómoda aquí?- ella asintió.- ¿Y de que quería marcharme?- volvió a asentir.- Pues he tomado una decisión: me voy.- cogió aire.- Tal vez para siempre.

El Hada que había estado asintió lentamente y luego se marchó.

______ se quedó con la boca abierta. No esperaba esa reacción por parte del Hada. Luego se tranquilizó al verla volver con una caja de plata en las manos.

-Esto es para ti- dijo y se la dió.

-¿Qué es?

-Ábrela.

Obedeció y en su interior se encontró una pequeña piedra de color verde colgando de una cadena de plata. Un collar.

-Es mágica- dijo el Hada.- Es como mi varita pero más pequeña. Aunque es igual de poderosa.

La niña se colgó el collar y al instante este empezó a brillar. Luego paró.

-Ahora es tuya- sonrió el Hada.- Solo te obedecerá a ti.

-Es preciosa- dijo acariciando suavemente la piedra.

-Es muy poderosa por eso te la he dado, así ya no correrás peligro. Y sé que siempre has querido visitar la Isla de los Perdidos. Su mágia activará el puente y te abrirá la barrera. Podrás entrar y salir cuando quieras.

______ se sentía muy feliz y no pudo evitar lanzarse sobre el Hada para abrazarla.

Le dió un beso en la mejilla e hizo una reverencia.

-Gracias- dijo.- Y adiós.

Salió corriendo hacia su cuarto y cuando llegó se sento en su escritorio y empezó a escribir.

Queridos papá, mamá y Ben:
Seguramente encontreis esta carta mañana y os preguntaréis porque llevo todo el día desaparecida. Esta vez no es como aquella en la que me escapé al bosque tres días o como aquella en la que fui a cazar en ver de ir a clase. Esta vez me voy de verdad y probablemente no lo entenderéis, yo tampoco lo hago, pero quiero que sepáis que no es vuestra culpa. Sabéis que os quiero mucho y que no me iría por una estupidez cualquiera pero seamos sinceros; todos sabemos que no soy una princesa de verdad y eso se ha vuelto insoportable. No puedo pretender ser algo que no soy por eso me voy. Adiós.
Pd: Os he dejado el gorro de mi padre al lado de la carta solo para que sepáis que os quiero tanto que dejo mi objeto más preciado para que lo cuidéis por mi y no me olvidéis.
Pd2: Yo me he llevado el anillo que me regalasteis. El que tenemos igual, Ben.
Pd3: Seguramente vuelva de visita pero no seré lo suficiente valiente como para hablaros así que me esconderé.
Os quiere:
______.

Y nada firmar ______ cogió su mochila, se puso la capucha de su sudadera, echó un último vistazo a su habitación y saltó por la ventana.

Sus pies tocaron el suelo y empezaron a correr. Se dió la vuelta justo antes de poder perder el castillo de vista y paró. Luego entró en el bosque. Y no lloró.



¿Buena o mala? (Carlos de Vil y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora