Capítulo 5

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–Si alguien os da un bebé que llora, vosotros: A, le madecis; B, le encerrais en una torre; C, le dais leche; D, le arrancais el corazón –preguntó el Hada Madrina y yo apoyé la cabeza sobre la mesa dispuesta a dormirme.

Bruck y yo nos habíamos sentado al fondo de la clase aunque solo había cinco sitios ocupados, no quería que el Hada me reconociera. Me había puesto la capucha como Bruck y me había atado un pañelo que me tapaba la nariz y la boca, además me amortiguaba la voz por lo que sería dificil reconocerla para el Hada. Bruck y yo parecíamos las mafiosas de la clase, cosa que me hizo gracia teniendo en cuenta quien estaba con nosotras.

Quería hablar con Bruck para no aburrirme pero ella estaba demasiado ocupada dibujando. Bufé y volví a prestar atención a la clase.

–¿Mal? –la señaló el Hada y ella levantó la vista de su libro.

–C, darle leche –respondió con aburrimiento.

–Correcto –dijo el Hada y la miró como si fuera su alumna estrella –. Otra vez.

Me mordí el labio.

Ella solía mirarme así cuando hacía las cosas bien en el colegio.

–Estás que te sales –comentó Carlos y clavé con fuerza el boli contra la mesa.

Bruck me miró de reojo pero no dijo nada.

–Solo hay que elegir lo menos divertido –dijo Mal como si fuera obvio.

–Ahh.

–Eso tiene mucho sentido.

Puse los ojos en blanco.

Entonces entró la hija del Hada y caminó entre nosotros temblando de miedo. Todos la miraron fijamente. Se llamaba Jane y nunca me acerqué demasiado a ella porque me parecía muy aburrida pero las veces que hablamos no me disgustaron. Tal vez seríamos amigas si yo no me hubiera ido.

–Firma estos papeles para la Coronación –dijo dándole a su madre una libreta y ella la firmó.

–Chicos os presento a mi hija Jane –la presentó y empujó hacia delante –. Jane estos son los chicos.

–Hola. Está bien. No me hagaís caso. Vosotros a lo vuestro –dijo y se fué corriendo.

Miré a Carlos con el ceño fruncido. Desde que llegó no había apartado los ojos de Jane.

Hice una bola con una hoja de Bruck, una en blanco porque sino me mataría, y se la tiré a Carlos. Le dió en la nuca y se giró un poco molesto.

–¿Qué? –susurró, yo me encogí de hombros y señalé a Bruck como si hubiera sido ella la que había tirado el papel.

Carlos se giró y Chase le susurró algo al oido.

–Celosa –susurró Bruck por lo que solo yo la escuché.

–Cállate –dije recostándome sobre la silla mientras veía como Carlos me miraba de reojo.

–Continuemos –dijo el Hada y yo volví a dejar caer mi cabeza sobre la mesa –. Encuentras un cáliz de veneno: A, lo pones en la copa del rey; B, pintas una manzana; C, lo devuelves a las autoridades.

Puse los ojos en blanco.

Invoqué unas palomitas dulces con mi colgante y comencé a comerlas. El Hada se quedó helada durante un instante, mirando hacia la pizarra.

Bruck levantó la vista de su dibujo y me miró.

–¿Crees que puede sentir cuando usas el colgante? –preguntó en un susurro.

¿Buena o mala? (Carlos de Vil y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora