Capítulo 11

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Al día siguiente cuando despertamos nos preparamos para despejar uno de los bloques de la prisión. Una vez preparados entraríamos los mismos que entramos el día anterior a despejar el patio. Daryl volvió a dejarme el pañuelo para poder taparme la boca. Entramos muy a pesar de todos los caminantes que había ahí dentro y empezamos a matar muertos cómo nunca antes.

-¡Ann! –escuché la voz de Maggie- ¡Ann! –volví a escucharla más apurada, me di la vuelta tan rápido cómo acabé de matar al caminante y la vi a punto de ser mordida. Me acerque corriendo y quitando al caminante de encima suyo y matándolo.

- Debes ir con más cuidado –le dije volteándome y viendo cómo un caminante estaba a punto de cogerme mientras veía cómo una flecha se hincaba en su cráneo.

-Tú también deberías tener más cuidado –dijo Daryl con una sonrisa burlona-.

Seguimos matando los pocos caminantes que quedaban, después, cuando abrimos las puertas del pabellón B empezaron a salir caminantes con trajes antidisturbios. Perfecto, no teníamos suficiente cómo para ir quitando trajes antidisturbios para matar. Vi el lugar clave:

-¡Por debajo del casco! –grité mientras mataba a uno-.

Mis ojos me habían servido y no poco esta vez. Cuando acabaron de salir todos, entramos al bloque que olía a putrefacción pura. Estuvimos en el comedor del pabellón y tómandole prestadas las llaves al que fue alguna vez un policía, fuimos a ver las celdas en las cuales quedaban algunos caminantes que matamos rápidamente con los cuchillos, sin hacer mucho ruido para que si había más detrás de la puerta que nos separaba de un pasillo, se enteraran y vinieran a por su festín.

Hicimos entrar a todos los que estaban fuera y dejando las cosas a un lado empezamos a organizar todo.

-Necesitamos comida, supongo que en la cafetería habrá –habló el líder con sus manos en las caderas-.

-¿Y dónde está? Es la pregunta que continua ¿Cierto? –añadió Glen-.

-Por ahí –dije leyendo un cartel-.

-Eso no lo hemos despejado aún. Pero, esta bien. Carl, cierra esta verja y no la abras por nada del mundo a no ser que vengamos nosotros ¿Escuchas? – dijo Rick a su hijo al cual le confío las llaves, mientras atravesábamos los mismos que habíamos despejado el bloque, la reja la cual llevaba a la celda y seguidamente a la puerta dónde estaba el pasillo de la cafetería.

Y se escuchó el choque de las llaves mientras cerraba el pequeño Carl. No sé si estaba preparada para esto, quiero decir, creo que me cansé demasiado antes. Pero quería ver cual era mi límite, y aunque no era el momento, lo iba a hacer.

Entramos a ese pasillo oscuro, no los veíamos venir pero si los escuchábamos. No había tenido tanto miedo antes. Íbamos en fila, en cabeza por Rick y en la cola T-Dog, cuando los escuchamos venir empezamos a matar pero empecé a marearme, fruto de mi cansancio o enfermedad, uno se me abalanzó sin verlo, me tiró y yo únicamente cerré los ojos, a los segundos noté cómo alguien me lo sacaba de encima y gritiaba.

-¡T-Dog! Maldita sea ¿¡Por qué hiciste eso!? –vi que el estaba en el suelo riendo y me acerque. ¿Qué cojones- ¿T-Dog? –y lo vi-.

-Hijos de puta... han acabado conmigo –dijo riendo- ellos ganaron. Vete, Ann. –dijo mientras un grupo de caminantes venía-.

-No, T-Dog. –dije mientras se me caían las lagrimas- no quiero que te vayas, no quiero perder más gente –me arrodillé ante él-.

-Vete –me dijo sonriendo-.

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⏰ Última actualización: Oct 20, 2015 ⏰

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Cuando empiece el amanecer. (Daryl Dixon)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora