Capítulo 4.

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Miré al doctor y me fui corriendo de allí, e iba a mi habitación cuando vi a Daryl que venía corriendo con mis cosas, muy oportuno porque quedaban diez minutos. Los cristales eran blindados y no sabíamos que hacer, empezaron a pegarle con el hacha pero no daba resultado, seguidamente recordé algo y miré en mi maleta.

-¡Esto es imposible, tío! –escuché la voz de Daryl desesperante-.

-Yo tengo una granada –dije sacándola de mi mochila- no sé si servirá pero…

-Podemos intentarlo –dijo Rick cogiendo la granada- ir corriendo y agacharos contra la pared ¡Ya!

Todos corrimos hasta la pared, Glenn se puso a mi lado y me miró sonriendo, supongo que notó mi cara de pánico.

Rick puso la bomba al lado del cristal y tiró de la anilla. Yo lo veía todo pasar muy rápido. Rick corriendo, tirándose, Daryl agarrándome la mano y apretándola, y un ruido extremadamente aterrador. Cuando me quise dar cuenta todos estaban corriendo hacia el agujero que se había abierto en el cristal y yo me límite a seguirles. Cogiendo mi mochila.

-Yo me quedo –dijo Andrea muy decidida-.

-¿¡Qué!? Andrea, sabes que Amy no querría esto –respondió Dale, yo no sabía quién era Amy- hazlo por ella.

-Lo estoy haciendo por ella, quiero irme dónde quiera que este y dejar de sufrir. Vete.

-Me quedo.

-¿Estás seguro Dale? –dijo Rick desde fuera-.

Yo estaba a unos diez metros ya pero me percaté de mis medicamentos se había quedado allí dentro y tenía que volver, mi vida posiblemente dependiera de esas pastillas. Tiré mi mochila con la mayor fuerza que tuve en dirección contraria a la CDC y me puse a correr como si no hubiese un mañana hacía ese edificio que apenas le quedaban dos minutos para volar por los aires.

-¡Ann! ¡Ann! ¿¡Dónde vas!? –escuchaba gritar la voz de Daryl- ¡Ann por favor vuelve!

Yo seguía corriendo hasta llegar al edificio y vi salir a Andrea y Dale.

-¡Corred! ¡Corred!

-Ann, no te quedes aquí, por favor –me rogó Dale-.

-¡Veteeeeee! –le grité mientras corría hacía los medicamentos-.

-¡Queda un minuto! –escuché al doctor-.

Cogí la mochila con medicamentos y corrí, corrí como si una manada de leones me persiguiese y cuando fui a saltar vi que Daryl corría hacía la CDC. Yo le hice una seña con la mano para que volviera con su maldita moto.

-¡Ann al suelo! –escuché la voz de Rick-.

Me tiré detrás de unos sacos que, supuse, estarían llenos de tierra y me tape los oídos. Todo pasó muy rápido, cuando me quise dar cuenta Daryl y Glenn estaban al lado mío y yo los oía muy lejos, supongo que por el ruido de la explosión.

-¡Ann! –Daryl me pasaba la mano por la cara-.

-Estoy bien –dije con un hilo de voz mientras me sacudía la cabeza-.

-¿¡Eres tonta!? ¡Estas cómo una maldita mierda! –me gritó- ¿¡En qué coño pensabas!? ¿¡Querías suicidarte o qué!? ¡Loca! ¡Estas totalmente locas!

-¡Vamos! –añadió Rick desde su coche- ¡Los caminantes no tardaran en venir!

Corrimos, Glenn se metió en la autocaravana y yo me fui con Daryl. No me dirigía la palabra ni me la dirigió en todo el rato. ¿Qué pasaba? ¿Qué mierda le importaba si me moría o no? Me conoció ayer.

Cuando empiece el amanecer. (Daryl Dixon)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora