Siempre te amaré, mi pequeño

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Había pasado ya, dos semanas desde que termino la guerra. Muchas personas lucharon para hacer del mundo mágico un lugar tranquilo, en donde los miedos y torturas ya no podían hacer daño a nadie.

Muchos magos y brujas, incluyendo a seres mágicos, lucharon codo a codo con mortifagos, y el niño que vivió... se enfrento al ser más temible y escalofriante, Lord Voldemort.

Muchos de aquellos que lucharon, murieron. Eran personas de todas las edades, adultas, ancianos, hasta niños como Collin.

Muchos lloraron sus muertes, pero sobre toda una persona, quien hasta el día de hoy la muerte de unos de sus hijos le duele hasta lo más profundo de su alma, y como no, si no hay peor sufrimiento para un padre... que ver morir a su hijo.

La madriguera, era un lugar llena de risas y juegos, pero hace dos semanas todo eso se acabo. Las risas de unos de los mas traviesos, se había apagado.

Molly Weasley, una mujer fuerte y guerrera, estaba acostada en su cama, uno de sus hijos se había ido para siempre.

No comía, no quería salir a pasear, no quería hacer nada, lo único que pedía... era volver a ver a Fred Weasley. Su marido, Arthur Weasley, le llevaba todos los días la comida, pero ella lo rechazaba.

-No quiero comer Arthur, entiéndelo- dijo Molly, con lágrimas en los ojos.

-Querida... si no comes te vas a enfermar- dijo Arthur

-¡No quiero comer, solo quiero volver a ver a Fred!- dijo Molly, aferrándose a la almohada.

Arthur bajo las escaleras en dirección a la cocina, donde se encontraban sus otros hijos.

Molly pasaba día y noche en su cama, según los medimagos que la visitaban, ella estaba sumergida en un gran dolor y depresión.

-¿Qué podemos hacer por ella?- pregunto Charlie Weasley, mientras bebía un poco de Whisky de fuego.

-Mi madre ya no duerme, y si lo hace... son tan solo pesadillas las que tiene- dijo Bill Weasley

-Le daremos una poción, que son vitaminas necesarias para que ella pueda comer y esta poción, para que duerma tranquilamente- dijo el medimago- y sobre todo... amor

-Eso tiene de sobra- dijo Ginny.

-Lo sé- dijo el medimago marchándose.

Pasaron los días, y el estado anímico de Molly no mejoraba.

Una noche cuando todos dormían, Molly despertó de golpe. La poción para que ella pudiera dormir tranquilamente estaba dando resultado, ya no tenía esas terribles pesadillas donde veía a su hijo muerto y las risas de Bellatrix, donde se burlaba de su dolor. Se puso de pie, se coloco su bata, y sin hacer ruido bajo a la cocina. Paso irremediablemente por la puerta de la habitación de los gemelos, la miro unos segundos y termino de bajar los últimos peldaños que le quedaban.

Se sirvió un vaso de agua y se sentó a la mesa.

-Fred... mi querido Fred, te quiero tanto- dijo Molly en un susurro- Déjame verte unos minutos más, por favor.

Molly fijo su mirada a la puerta de su casa y una pequeña luz la cegó por unos segundos.

-¿Quién eres?, ¿Fred, eres tú?- pregunto Molly, colocándose de pie.

La luz se apago, y una sombra apareció.

-No Molly - dijo una voz.

Molly se percato que no traía su varita con ella, pero aquella sombra no daba miedo; al contrario, daba tranquilidad.

Siempre te amare, mi pequeñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora