setenta Y dos cigarrillos.

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Estábamos en el porche de que la casa abandonada, entre la humedad de la pacífica lluvia y en sus ojos se reflejaba el cielo
-¿por qué-
-¿por que, que?- se llevó un mechón de cabello detrás de la oreja
-por que miras tanto al cielo
-por que es hermoso- sonrió sin apartar la vista de los nubarrones
-¿nada más?- estábamos tomado de las manos
-y por qué me sirve de consuelo, me hace imaginar que no todo es tan horrible y que tal vez...
Olvídalo, es tonto
-no creo que sea tonto- apreté su mano gentilmente
-son solo ilusiones
-¿ilusiones? Yo creo que todos necesitamos creer en algo para no sentirnos perdidos
-¿en que crees tu?
-ahora, en este momento... Estoy aferrado a ti... - y su frío contacto me abandono, soltó mi mano y apretó los labios.

Noviembre Frío.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora