Capítulo 3

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Rodeo su cuerpo con mis brazos. Nunca la había visto tan mal como en estos momentos. Parece más tranquila que cuando la encontré pero, aún, puedo escuchar algunos sollozos. Puedo notar algunos suspiros contra la piel de mi cuello.

Separo una mano de su cintura para acariciar su espalda suavemente. Estamos en esa posición hasta que se tranquiliza lo suficiente para separarse.

-Lo siento -me dice.

Niego con la cabeza. -Para eso están los amigos. -Curvo mis labios hacia arriba en una media sonrisa.

-Gracias -me agradece y puedo ver a través de sus ojos que me lo está diciendo, directamente, desde el corazón.

Cojo sus manos entre las mías antes de responderle. -Siempre. -Veo cómo en su rostro aparece una sonrisa sincera. Y, en ese momento, me doy cuenta que ha valido la pena no darme por vencido, no haberle hecho caso cuando me dijo que no necesitaba mi ayuda, cuando me pidió que desapareciera de su vida.

Da igual lo que me diga o lo que pase entre nosotros, cada vez que me necesite, estaré a su lado.

XXX

-Espo, ¿qué estamos haciendo aquí atrás? -le pregunto a mi compañero cuando llegamos al lugar que me ha pedido que lo acompañe.

-Quiero enseñarte algo -me responde mientras coge algo de debajo de la mesa. Saca un rifle.

Ladeo la cabeza, sintiendo cómo un nudo se forma en mi garganta.

-¿Qué es eso?

-El rifle que te disparo. -Aprieto mis puños fuertemente, mis manos están escondidas en los bolsillos de mi chaqueta.

-Te estás pasando de la raya -contesto después de procesar el hecho de tener el objeto que casi me arranca la vida delante de mis ojos.

-Solo míralo -me pide, dando un paso a su izquierda.

-No -me niego, caminando hacia atrás -¿Qué diablos estás haciendo?

-He estado donde tú estás. Sé por lo que estás pasando.

-Javi, estoy bien -pero mi voz llorosa me delata.

-No estás bien. -Me dice subiendo el tono de su voz para que se escuche por encima de la mía. -Solo estás tratando de actuar como si lo estuvieras. Esto, es solo una herramienta -levanta el rifle y lo mueve. -Yo lo miro confusa. Nunca me imaginé que Javi me trajese aquí para esto. No creí que se atreviera. -Un pedazo de acero. No tienes poderes mágicos, y la persona que lo disparó, no es ningún Dios todopoderoso. -Lo miro a los ojos, sabiendo que mis ojos brillantes me delatarán más aún. Pero ya no hay nada que esconder. -Solo es un tipo con un arma. Justo como el tipo que estamos cazando ahora. Y como cualquier otro tipo malo está dañado.

-Yo también. -Pronuncio después de tragar saliva.

-Cierto. -Contesta, dejando caer su peso sobre su pierna izquierda. -Y está bien. ¿Crees que es una debilidad? Pues conviértelo en tu fuerza. Es parte de ti.

Retiro mi mirada de los ojos de mis compañeros, mirando cualquier punto de esa habitación sin prestar atención. Entre abro mis labios para coger aire, en este momento el aire que inspiro por la nariz se me hace insuficiente.

Espo me tiende el rifle. -Así que úsalo.

Me lo pienso durante unos segundos hasta que al final me decido. Me acerco despacio más a la mesa, observando la punta del arma. Dejo escapar una lágrima, me es imposible seguir aguantando. Lo agarro con mis manos, mi mano derecha tiembla en el aire antes de encontrarse con el acero. Aprieto mis dedos a su alrededor y me permito llorar. Javi me mira, sin decir nada. Dejándome ahora mi espacio. Él más que nadie, sabe por lo que estoy pasando.

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