No como. No duermo. No hablo. No quiero saber de la existencia de nadie. Mi interior, interioriza consigo mismo. Nadie viene a ver como estoy, se limitan a pasar comida bajo la puerta. Esa que ya no se abre desde que aquel hijo de la gran puta cesó conmigo su calentón. Sigo sin creerme esta situación. Mike. Sally. Peter. Rachel. Los extraño. A ellos y al resto de humanos de este planeta. Todas las personas que existen, entre siete mil millones de personas que existimos en la faz de la tierra, tuve que ser yo la que estaba en el lugar equivocado, en el momento equivocado. O quizá, esto sea cosa del pasado, de Estambul. De mi madre, de mi tio. De Mike. No quiero pensarlo. Pero ante la duda, sigo con ese rintintín en la cabeza.
Espero que se acabe esto pronto.
No hay reloj, no hay ventanas. Sé que es de noche pk me apagan la luz desde fuera. Significa que quieren que me duerma, como los pájaros.
¿Mis compañeros de trabajo habrán notado ya mi ausencia? No, seguramente Mike se habrá inventado alguna chorrada para justificarme. Rezo por salir de ahí cuando abra los ojos. Y los cierro antes de sumirme en un sueño profundo.-Pocas horas después-
Yo dormía. Cuando noté una presencia. Y abrí los ojos poco a poco. Distinguí una silueta entre las sombras. Una mujer. Me resultaba demasiado familiar. Vislumbré que se llevaba la mano al rostro y se marchó corriendo al notar que estaba despierta. Oí sus pasos rápidos e inseguros alejándose por el pasillo. Cuando la sentí lejos, me senté en la cama. Intentando asimilar que la dama que me había observado dormir era mi madre.
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Sufragio mental
Teen FictionUna joven descubre una parte de su vida que cambiará su forma de ver el mundo para siempre.