Despertar

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Amy

Lo primero que veo al despertar son los rostros preocupados de Ian y mamá. No sé cuanto tiempo ha pasado desde la última vez que abrí los ojos, pero estoy segura de que han sido más de dos días porque ambos llevan ropa distinta a la de la última vez.

Ambos parecen cansados. Obviamente no han estado durmiendo lo suficiente a pesar de que la última vez que desperté les dije que no debían preocuparse tanto por mi. La última vez también alcancé a oír al doctor decirle a ambos que no estaba muy seguros de que lograran estabilizarme del todo. Decía que las pérdidas de conciencia se debían a la pérdida de sangre y el trauma físico, o algo así, que la bala había dejado en mi cuerpo.

Ian parece increíblemente aliviado de verme despertar. Supongo que tenía miedo de que ya no recuperara la conciencia después de lo que el doctor le dijo. Se acerca a mi rápidamente y me abraza, rozando sin querer la herida y haciendo que un dolor punzante me recorra el cuerpo, lo que me hace emitir un quejido. Ian se aparta de mi disculpándose y se sienta en el pequeño sofá en frente de la camilla en que me encuentro.

- ¿Cómo te sientes? - me dice nuestra madre con una delicada sonrisa.

- Duele, pero estoy mejor - le respondo y puedo ver como su sonrisa se amplía al oírme hablar. Ha sido casi un año, después de todo.

- Eso es bueno - dice ella. Los tres hablamos unos momentos más, hasta que un médico entra y le pide a mamá que salga con él -. Voy a llamar a Dylan. Ha estado pendiente de ti, le gustará saber que estás mejor.

Asiento y lo veo salir. Miro a mi alrededor, la verdad es que no he tenido muchas oportunidades de conocer el cuarto en el que estoy, además, me han cambiado de lugar tantas veces que ya ni siquiera estoy segura de en qué sección del hospital me encuentro.

Las paredes son todas blancas, posiblemente lo único que tengan en común todos los cuartos aquí. Al frente de la camilla en la que estoy hay un televisor y una mesita con ruedas para pasar la comida. A un lado hay un sofá azul y al otro lado, junto a la ventana, hay un pequeño sillón café.

Ian vuelve a entrar unos minutos más tarde y se sienta a mi lado con una sonrisa. Nos quedamos en silencio unos momentos hasta que él finalmente se voltea hacia mi y me sonríe.

- ¿Puedo decirte algo? - Me pregunta. Yo asiento y el toma aire -. Tengo un mal presentimiento, Amy, como si algo muy malo fuera a pasar.

- Está bien - le digo, apoyando mi mano en su hombro -. No creo que pueda pasar algo peor que todo por lo que ya hemos vivido.

- Supongo que tienes razón. ¿Vas a atestiguar en el juicio? - lo miro y no puedo evitar una ola de miedo recorrerme, pero la controlo pronto y sonrío, mirando a Ian para asegurarme que no lo notó.

- No tengo otra opción. Después de todo soy la única sobreviviente a alguno de sus ataques, ¿no?

El asiente y seguimos hablando durante un tiempo, hasta que él mira su teléfono y abre mucho los ojos.

- Oh, no - dice -, casi son las nueve. Lo siento, Amy, pero debo irme. Dylan dijo que llegaría pronto. Te quiero.

Dicho esto se pone en pie y sale del cuarto sonriendo frente a su teléfono. Miro hacia la ventana, en uno de los árboles frente al hospital hay un pájaro de color azul que canta. Menos de un minuto después, la puerta vuelve a abrirse y luego unos pocos pasos lentos. Me doy vuelta y veo a Dylan de pie junto a la camilla.

- Hola Dylan. Me alegra que hayas venido - le digo con una sonrisa sincera, para luego señalar hacia el sofá para que se siente. Lo hace y sonríe también.

- Es bueno ver que estás bien - me dice.

- Ya lo creo. Me hace falta estar de pie.

El asiente y empieza a contarme diferentes cosas que han pasado en este tiempo. Lo escucho atentamente, limitándome a hablar apenas lo necesario, ya que el dolor me lo impide. Hablamos por mucho rato, de tantas cosas insignificantes. Me dice que le entregó a la maestra de historia nuestro trabajo, por si acaso y que tuvimos una buena calificación y luego me dice que el maestro de artes quiere exponer uno de sus cuadros en la muestra de talentos en noviembre. Parece nervioso acerca de ello. Después de un tiempo la puerta se abre y otro médico entra.

- Hola - dice con una sonrisa -. Debo pedirle que se retire. Vamos a llevar a Amy a otra sala para hacerle algunos exámenes.

Dicho esto, Dylan se despide y el médico toma la camilla para llevarme al otro lugar. Cuando vamos saliendo, veo a mi madre sentada frente a la puerta del cuarto. Ella me sonríe y y me dispongo a devolverle el gesto cuando siento un escalofrío. Ahora entiendo a Ian cuando me habló del mal presentimiento. Ahora yo también lo tengo, pero decido ignorarlo al menos hasta que pueda regresar a casa.

Gritos Del PasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora