Mi realidad.

92 6 12
                                    

- ¿Qué tal me veo? - preguntaste.

- Perfecta... - dijé esbozando una sonrisa.

- Por eso te amo - dijisté posando una mano sobre mi mejilla y acariciándola.

Una punzada se situó en mi pecho...
De nuevo esas palabras. Una dulce mentira.

- Yo igual... - respondí.

Estaba dolido.

- Yo más. - dijisté con una sonrisa que sabía era de lástima - Oh no, llegaré retrasada. - cogiste tu bolso, las llaves del auto y depositaste un fugaz beso sobre mis labios - Te veré por la noche - Saliste por la puerta.

Me quedé estático.
... De nuevo te había dejado ir.

El motor del automóvil se encendió a lo lejos y comenzó a andar. El sonido fue disminuyendo hasta desaparecer, dejándome en un silencio cargado de frustración e impotencia.

¿Era estúpido dejar que te fueras a los brazos de otro? ¿O era peor mantenerte aquí, a sabiendas de que lo nuestro se había roto desde hace mucho tiempo ya...?

Al principio tuvé mis dudas. No quería creerlo. Negaba cada lágrima que caía cuando pronunciabas su nombre mientras dormías.

Era una tortura saberte mía en cuerpo, pero a la vez saberte de él en alma...

Hicimos una promesa.
Duele saber que la rompisté.
¿Me llamarías demente si vuelvo a pedirte que me digas la verdad?

Tiro de mi cabello con desesperación, lo desordeno; quisiera acabar con todo esto, pero sé que aún te necesito aquí. No soportaría que me dejaras.
Después de todo: La soledad es el peor castigo que a alguien le puede tocar.

... Definitivamente necesito un trago.

Salgo de mi trance, ¿cuánto tiempo estuvé así...?
No sé, ni me interesa. La ignorancia y la indiferencia, ahora me dominan por completo.

Camino hasta la cocina y regreso con una botella de vino. Ni siquiera me molesto en servirme en una copa y simplemente me la empino, dejando que el alcohol queme mi garganta poco a poco...

Repito la acción una y otra vez, hasta que el líquido desaparece.

Miro el reloj: ¿Hace cuánto te marchaste?
¿Una, dos, tres horas...?
Perdí la noción del tiempo, pues, el sol comienza a irse, dejándome a merced de la fría oscuridad.

Necesito levantar el desastre. Pronto llegarás.

Así lo hago, incluso me di una ducha, no quería apestar a alcohol.

Al no tener nada más que hacer, comienzo a mirar por una de las ventanas, aguardando el momento en que aparezcas.

No pasa mucho tiempo de espera y las luces del auto aparecen, como dos esferas en la oscuridad...

Es exactamente así como me siento: Perdido en el inmenso vacío, y aún a este punto me pregunto, ¿dónde estás...?

Escucho la alarma del coche. Esto me saca de mis pensamientos.
Camino a la puerta y la abro con una sonrisa.

Me saludas con un abrazo. Sé que lo haces por remordimiento.

Un perfume, que conozco muy bien y sé que no es tuyo, invade mi olfato.

- ¿Cómo estuvó tu día? - pregunto aún abrazado a ti, mientras una punzada mucho más grande que la anterior me presiona el pecho.

- De maravilla, pero fue algo agotador, ¿te importaría si me tumbo en la cama y duermo? - respondes e intentas terminar con el abrazo, pero yo no te dejo y te aferro con más fuerza hacía mi. Mis ojos comienzan a humedecerse.

- Claro, no habrá problema - por fin respondo cuando logro controlarme.

Comienzo a aflojar el agarre alrededor de tu cintura, te miro y de nuevo colocas una de tus manos en mi mejilla...

Como lo supuse: No traes puesto el anillo de compromiso.

Reuniendo toda mi fuerza de voluntad para no soltarme a llorar frente a ti, soporto la caricia que me das mientras me susurras un "Te amo" y me besas rápidamente. Después subes las escaleras y te pierdes de mi vista...

Ahí me quedo, quieto, mirando a la nada: ¿Aún puedo recuperarte?

Quiero creer que todo se arreglará, pero cuando me dices "Te amo"...

Sé que no soy el único.

I'm Not The Only One.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora