"Por hoy soy tuya" le dije bajito al oído.
Y ese día fui suya, sin promesas, sin amor ni arrepentimientos.
Ese día fui suya, de mi podía hacer lo que quisiera. A mí, me podía decir lo que quisiera y tomar lo que quisiera de mí, también.
No esperaría más que una sonrisa al terminar.
Para ser sinceros, ninguno tenía las ganas, el tiempo ni la fuerza para amar.
Ambos, sufridos, un tanto inseguros, ya habíamos amado. Amado como no se vuelve a amar en la vida.
Sabíamos que esa felicidad y plenitud no la encontraríamos en el otro.
¿Para que buscarla?
Entonces, entre risas, música y tentaciones fui suya. Y no me arrepiento.
Pero si tuviera que elegir, escogería mil y una vez despertar junto a quién amo a pasar unas horas con quién no.
"Por hoy soy tuya" le dije, porque sabía que "hoy" no bastaba para que me hiciera recordar.
Porque "hoy" sería suya pensando en otro. Y otro tendría dueña pensando en mí. Y él pensaría en ella estando conmigo.
"Por hoy soy tuya" le dije, porque no quiero volver a pertenecer para siempre y "hoy" sólo dura unas horas.
Porque "hoy" quería sentir otra piel de nuevo, cerrar los ojos y volver a ser mía.