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              Bien.

             Primera vez que viajaré en avión. No creo poder atreverme.

             —Sam, apúrate o llegaremos tarde.

             Alex es como mi madre, siempre dando órdenes.

              — Ya voy, pero— estas maletas pesan demasiado para que alguien tan débil como yo las lleve—, ¿en cuánto sale el vuelo?

             Alex se detuvo un instante.

            Kendall que se encontraba más adelante, se detuvo también.

             — 1 minuto— confirmó Alex.

            Éste es el momento en el que se debe insertar la canción de misión imposible.

            Corrimos como nunca habíamos corrido en la clase de gimnasia.

         Sentí cómo de apoco los kilos iban  bajando.

         Keith, quien encabezaba el grupo  le entregó los pasajes y demás a la señorita que se encontraba a fuera de la entrada hacia el avión.

        Nos sonrió amablemente y nos dejó entrar.

[...]

           —Voy a morir.
          
          —Sam, no vas a morir, sólo son turbulencias—intentó tranquilizarme Keith, quien se sentaba al lado mío y al lado de la ventana.

           —Keith.

           —¿Sí?

           — ¿Sabes por qué las 4 tenemos nombres de hombre?—cerré los ojos, intentando conciliar el sueño.

            —Nuestras madres pensaron que seríamos niños, grave error.

             Sentí como Kendall, de mi otro lado, apoyó su cabeza en mi hombro para lograr dormir. Algo me dice que mi brazo terminará todo babeado.

[...]

             —Estamos perdidas—dijo Alex tirándose encima de las maletas—. El bus nos dejó en una carretera, y ahora, no sabemos dónde ir.

              —Viene un auto, rápido, muestren las piernas—bromeó Kendall.

                  —¿Se te acaban las ideas? No creo que ésta vez el auto se detenga—grave error, Alex, porque sí se detuvo.

                  Tomamos las maletas y entramos en el auto, era bastante chico, por lo que me tuve que sentar arriba de Keith.

                 —Es por aquí, ¿logra ver ese bosque? bueno, por ahí, a la izquierda, verá una entrada, la cual nos llevará a nuestra cabaña—informó Alex, a lo que el señor que conducía accedió.

               Al bajarnos del auto, nos dimos cuenta de que debíamos caminar mucho para llegar a la supuesta cabaña.

               —Por cierto, ¿cuántas habitaciones tiene?—pregunté mientras caminábamos hacia el interior del bosque y hacia la supuesta ubicación de nuestro alojamiento.

               —Son 4 habitaciones, justas. Y al parecer unos chicos tendrán que usarla después de que nos vayamos, por lo que debemos dejarla limpia el día anterior a nuestra ida—Keith mantenía toda la información de nuestro viaje, incluso ella llevaba las llaves de la cabaña, porque a nosotras, se nos hubiera extraviado.

              Al llegar a la cabaña, Keith se apresuró en abrir la puerta. Pero al colocar un pie adentro, nos encontramos con una grata sorpresa.

             ¿Recuerdan a los chicos que usarían la cabaña después de nosotras?

             Pues.

             Llegaron un mes antes de lo planeado. Y ya están aquí.

  

     

            

Los chicos de la cabaña.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora