Prólogo.

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Lunes por la mañana las nueve de la mañana y ya tenía que irme al colegio. Es que siempre igual, siempre la misma rutina, las mismas caras largas de todo el mundo. La misma peña de esquina en esquina queriendo creerse superior con el simple hecho de andar jodiendo a los demás, cosa que no soportaba.

Lo más gracioso de la historia es lo que viene ahora, ya sabéis, pero esto ya es para mearse de la risa. Lo jodido es que es mi segundo año en este instituto al que llaman antro, antro que a mi no me gusta, ni tengo las ganas de estar. La verdad es que el centro es repugnante, pero es el único centro de mi ciudad. No sé para que cojones me metí en bachiller, pero tampoco soy de las que empiezan algo para después dejarlo a medias, asique por mis cojones lo iba a terminar, por mis narices. Por lo cual, me voy a levantar de la cama con una sonrisa más falsa de las tetas de Nicki Minaj. Ja, ja, ja. Me parto.

Cuando solamente he puesto un pie en el suelo, un solo pie, ya está mi madre dándome la brasa de que no hago nada, recalcándome así, que no hacía la cama. Sí, vale, pesada. Tengo prisa, tengo sueño, y no me hagas el día peor. No seas pesada, hazme el favor. Total, cuando ya ha terminado de montar su numerito diario de molestarme, me digno a coger el móvil y a mirar si tenía algún mensaje que me podría importar, o que en cierta medida, podría hacerlo. Miré el móvil, despacio.

" 20 mensajes de 4 conversaciones. "

¿Por qué eran tan pesados? ¿Esta gente no duerme o qué cojones?

Respondí a algunos, la mitad eran de unos grupos que a decir verdad, me la sudaban de sobremanera. Abrí la puerta de mi habitación y bostecé. Las 6:30. Las putas seis y media de la mañana. Saludé a mi madre, la cual aún estaba recelosa por mis batallitas diarias.

- Hola, mamá. ¿Desayuno?

- ¿Me lo tienes que pedir así siempre, Ginger? ¿Acaso no te he enseñado modales como un "por favor"? - Dijo mientras esperaba aquel por favor el cual de mis labios no iba a salir, es que ni de coña.

- Bueno, ya sabes que yo no entiendo eso, déjame desayunar tranquila. Tengo que volver a ese infierno dentro de una hora asi que no me des la brasa.

- Anoche llamó Nick.

- Ah.

Aquello la verdad es que me sorprendió, Nick era un amigo mío de la infancia que aún no había superado que yo no quisiera salir con él en cuanto llegamos a bachillerato, pero chico mira, son cosas que pasan. Mi madre no sé porqué, me notó tensa ese día.

- ¿Pasa algo con él?

- No. Ya he terminado. Me las piro.

Salí de la cocina aún con la llamada de Nick en mente y los cereales y la leche aún en el estómago. ¿Por qué cojones me había llamado Nick? Creo que le dejé todo bastante claro cuando le dije que no quería saber nada, o cuando me lo dijo él. Quedó todo bastante claro aquel día. 

(...)

Tras vestirme, coger la mochila la cual había dejado preparada la noche anterior y salir de casa, miré el móvil. Observé los mensajes de conversaciones que aún me había negado a responder y mi cabeza no pensó en otra cosa que buscar el número de Nick y mandarle un mensaje. A mi casa ese chaval no volvía a llamar, y menos  a altas horas de la noche como lo había hecho, y más aún, teniendo mi número y mis redes sociales. Escribí.

" Nick, que sea la última vez que llamas a casa y que molestas a mi familia. Si quieres algo, me lo dices. Es que parece mentira que vayamos al mismo instituto y sigas con estas movidas. "

Tras escribir aquello, le dí al botón enviar y comencé a caminar hacía la escuela.

Al fin al cabo, un día más, es un día menos en el infierno.


"Huyendo conmigo de ti"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora