Capítulo 4 - Encontrando.

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Han pasado varios días luego de que haya aparecido en este lugar, Anthony y yo hicimos un tipo de rutina que se puede clasificar como 'Una vida normal'. De alguna manera me las arreglé para poder acostumbrarme, que, vamos, después de haber estado sin contacto con lo que es la 'realidad' cotidiana todo esto se me hace casi nuevo. Olores, texturas y otras cosas que no pude sentir en el abismo negro ahora, que las llego a percibir, se sienten geniales.
Claro, claro, aun así no hay casi nada qué hacer acá, el campo de flores y la cabaña son las únicas cosas con las cuales puedo interactuar. Un dato curioso que descubrí entre hoy y ayer es que las flores de acá crecen muy rápido después de haber sido arrancadas de raíz, pues resulta que ayer en la noche tomé una, para observarla y jugar un rato con ella, en el lugar del cual la arranqué no habían más de tres flores juntas, así que quedaba un mediano espacio vacío, hoy, al ir nuevamente al lugar, una flor reciente creció ahí, ya casi lista para florecer.
Le conté eso a Anthony y él me respondió que ya había descubierto eso hace un buen tiempo.

Caminando por un buen rato en cualquier dirección despreocupadamente, pues igualmente iba a llegar a la cabaña, me encontré con un árbol.

- ¡Esto es nuevo! - Me sentí emocionado, por fin había encontrado algo además de flores.

Me acerqué a paso lento, aunque sea tan sólo un árbol igualmente hay que tener algo de precaución, ya que no pudo haber aparecido de la nada. Ya que, si estoy en un lugar en donde las flores crecen de un día a otro, puedo esperar todo tipo de cosas en el futuro. Quizás.
Una vez al lado del alto tronco puse mi mano, pude sentir la áspera madera natural con sus típicos diseños aleatorios y algo de tierra en sus grietas.
Una hoja, movida por el viento, cayó en mi cabello, la tomé y la observé con sumo cuidado.

- Puedo llevársela a Anthony...- Me dije a mi mismo, pero luego decidí algo mejor. -¡Mejor lo traigo para acá!-.

Así guardé la hoja en el bolsillo de mi pantalón y partí corriendo a una dirección al azar. Así llegué a la cabaña, ¿lo dije, no? Siempre, sea cual sea el camino que tome, llegaré a la cabaña sin mínimo problema.
Entré y busqué a Anthony, lo encontré sentado en el sillón mirando al techo, haciendo lo que es exactamente nada.

- ¡Anthony!- Llamé la atención de él.

- ¿Qué?- Me miró con pereza.

- ¡Encontré un árbol, ven, te lo voy a mostrar!-.

- ¿Eh?- Se la pensó -¿Un árbol, enserio?-.

-¡Sí! Es enserio, mira- Saqué la hoja de mi bolsillo y se la mostré, él la miró por un buen rato, analizándola.

- Llévame, quiero verlo con mis propios ojos-.

Le sonreí y le apuré para que se parará del sillón y corriera hacia donde se encontraba el árbol. Estuvimos corriendo por unos pocos minutos por el campo hasta que logré divisar el verde oscuro de las hojas que se mecían con el viento y el robusto tronco café. Llegamos al lado del árbol.

- ¡Ves! Es un árbol- Por alguna razón me sentía demasiado emocionado, tanto que llegué a ser más infantil de lo que yo mismo creería. Pero ver algo nuevo en este lugar era extraño y me encantaba esa sensación.

- Es verdad... - Lo miró con curiosidad, al parecer estaba igual de sorprendido que yo por la situación.

- ¡Es increíble!- Reí mientras que observaba el árbol desde abajo, era realmente alto.

Nos quedamos un rato en silencio, observando solamente al árbol. Anthony decidió devolverse ya a la cabaña, diciendo que estaba sorprendido, pero quería ir a dormir un rato, ya que igualmente no había nada interesante que hacer y mirar tanto a árbol junto a la suave tempestad del viento le adormeció un montón. Vaya que es fácil de temperar.
Me quedé junto al árbol, sentándome y apoyando mí espalda junto al tronco.
El viento sopló más fuerte y las hojas chocando contra sí mismas hacían una suave melodía que prontamente tomaba toda mi atención, miré al cielo, que era un poco tapado por las ramas, y habían gigantes nubes que escondían los rayos del sol tras de sí mismas.
Poco tiempo pasó hasta que cayera dormido, pues mis sentidos se tranquilizaron y mis parpados comenzaban a pesar, así que solamente me dejé llevar.

*Omnisciente*

La luz es basta y mucha gente camina para diferentes direcciones, todos con caras de seriedad. La felicidad no es algo que se pueda notar en ellos.
Altos edificios y bullicio interminable, gente vestida monocromáticamente, no importa si son estudiantes, universitarios, trabajadores, empresarios u otras cosas, el uniforme no deja a nadie fuera de los colores de blanco al negro.
Una escuela ya abierta desde las 7:00 de la mañana se iba llenando por sus estudiantes, quienes caminaban lentamente, algunos llegaban hablando con alguien, pero eran en total la menoría.

Las clases comienzan, cada uno a su correspondiente curso, saludar al profesor, sentarse y comenzar las clases.
En uno de todos los pupitres de 'x' curso se encontraba un joven de aspecto curioso, con un cabello largo, hasta la nuca, de un color chocolate y, lo más vistoso, unos ojos amarillos, oscurecidos en los límites del iris, siendo en esa parte, maravillosamente, un color verde oscuro. Este estudiante casi no prestaba atención a clases, a lo que más se dedicaba en ese momento era a dibujar garabatos en su cuaderno de apuntes de la materia actual, matemáticas.
La profesora terminaba de anotar unos ejercicios en la pizarra y, al darse vuelta para encarar al curso, vio al chico concentrado en su cuaderno dibujando, lo cual la hizo enojar un poco.

- '_____', ¡Deja de dibujar! Ven a resolver estos ejercicios- Ella creyó que podía dejar en ridículo al estudiante, ya que, según ella, si no prestaba atención de seguro no entendería nada de la materia.
El mencionado la miró y tiró un desapercibido suspiro al aire. Se dirigió a la pizarra y tomó prestado el plumón de la docente.
Se puso a garabatear números y letras hasta llegar al resultado final sin problema, le devolvió con respeto el plumón a la señora y se retiró a su puesto. Nadie dijo nada y siguieron las clases sin problema alguno.

Al término del primer bloque de clases la campana de receso sonó, seguido del deslice de las gomas al final de las patas de las sillas contra el suelo y algunas voces que se dirigían a otros.
El joven se sentó en una banca mientras miraba a la nada, pues no enfocaba ni a la gente, ni a la pared, ni a nada. Así se la pasó hasta que alguien se puso en su campo de visión. Alguien quien gozaba de un buen cuerpo, alto y con algo de músculos poco marcados. Había más gente atrás de él. Mucha gente.
Lo miró a los ojos, ya sabía que se avecinaba una fuerte tormenta.

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¡Nueva parte! ;'D
No sé qué decir, así que ahí lo dejo <3

Si hay algún error, por favor, avísenme, para poder arreglarlo lo antes posible, gracias de antemano.


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⏰ Última actualización: Oct 26, 2015 ⏰

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