Te fuiste,
y nadie me defendió.Era yo misma siempre,
pero al tú irte, me perdí.Me gritaban,
porque yo encontré refugio en las nubes y no en el pizarrón.Me decían muda,
hasta a psicología tuve que ir.Nada podía conmigo,
ni decirme cosas como:
¿lo extrañas?
¿por qué no hablas?
¿cada cuánto te llama?Eso solo empeoraba,
no ayudaba,
y yo ya estaba agotada.-Miel.