El problema

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Lo más inteligente sé que me ocurrió fue fingir que la habían secuestrado, al ser un hombre tan adinerado eso tenía sentido, también fingiría entregar una recompensa por ella y al final intente huir con el dinero y ella, y que al final por eso la mataron.

El plan perfecto, pero aún faltaba un detalle... y si las sirvientas llamaban a la policía o si me preguntaban por el cuerpo ¿Qué podría hacer?

A la mañana siguiente, en la ducha fui capaz de solucionar mi primera preocupación, si ocultaba todo lo del "secuestro" hasta el momento de su "muerte" nadie llamaría a los policías y al final solo le diría a la servidumbre que dejaran todo como estaba y que a casusa de mi "gran dolor" por aquella "perdida" jamás tocaran el tema. Una excusa brillante.

Y respecto al cuerpo... ya inventaría algo.

Pero una sirvienta se me adelanto, había ido al cuarto de Alicia y al no verla llamo a la policía. Maldigo la presencia de esos uniformados en mi casa. Me puse nervioso y tembloroso, tenía un nudo en la garganta y casi no podía respirar. Tuve que ir al baño para desahogarme y no enloquecer en la sala de mi casa, en privado solo respire hondo y me lave lacara, estaba muy pálido. Esos policías me aterraban, su sonrisa, sus ojos, todo en ellos me provocaba un miedo casi insoportable.

Al salir del baño los encontré de nuevo en la sala, sonreían y ni siquiera sabía porque, se suponía que mi hija había desaparecido, ¿acaso les daba gracia a esos malditos?

Apenas me vieron me comenzaron a bombardear con preguntas. Tenía la mente en blanco pero de alguna manera logre responder a todas con naturalidad, o al menos eso intente.

Los policías me impacientaban pero no podía permitir que esos "personajes" tan grotescos me descubrieran, que ellos revelaran mis acciones, sencillamente no podía.

Saque todas mis fuerzas y las use para actuar normal, pero por mas indirectas y señales que les diera a los policías no se iban, y seguían preguntándome más y más cosas. Pero yo no pensaba rendirme, no pensaba admitir nada, no tenía pruebas, no sabían de mi jardín, no leían la mente, no podía culparme y no lo harían si yo seguía impasible.

Al fin había llegado el momento de que ellos desertaran, después de las 2 horas más tortuosas de mi vida eso hombres se irían de mi casa. Se fueron en medio de risas con las sirvientas.

Peor todo lo que había pasado había sido culpa de la sirvienta que los había llamado, no directamente, pero fue su culpa mi sufrimiento, mi desesperación y miedo. La quería matar, lo deseaba, lo necesitaba.

La artimaña que forme para asesinar a la sirvienta fue muy simple, pero en su simpleza erradicaba su perfección, era tan discreta... si, muy discreta

La despedí, vigile su rutina después de eso, consiguió un trabajo nuevo y tiempo después, el día de su paga fingí ser un ladrón, le quite su dinero y la asesine.

No le quite su dinero porque lo necesitara, creo haber mencionado que era muy adinerado, pero necesitaba hacer que mi artimaña fuese lo más creíble y ¿Qué sería de un ladrón que no robara?

Algo insensato y sospechoso, diría yo. No recuerdo si hubo muchos testigos, o si al menos los hubo pero realmente que alguien fuese robado y asesinado en aquel lugar no era raro y no creo que la gente pensara que yo sería un ladrón potencial. Lo dije antes, el plan perfecto. Simple y perfecto.

Había cometido 2 asesinatos y no sentía culpa alguna, no sentía nada.

Y lo peor es que ellas no habían hecho algo malo, yo sí.

Después de eso volví a casa, me di una ducha y me puse a leer un libro. Pero me entro una necesidad enorme de entrar a mi jardín.

A media noche todos estaban dormidos así que e dirigí tranquilamente hacia el jardín, la puerta estaba abierta...

La máquina misteriosa estaba a un lado, las puestas abiertas y mi cuchillo a la vista.

¿QUIEN HABIA SIDO?

¿COMO SUPO Y PORQUE?

Eso fue lo único que alcance a pensar.

Salí corriendo, desesperado hacia la calle bañado en sudor y con ganas de llorar de la rabia, la rabia de saber que algún ser humano en el mundo sabía lo que yo había hecho.

Después de sentirme mejor, de tranquilizarme, decidi volver.

NADA. ABSOLUTAMENTE NADA

Todo estaba en su lugar, como si nada, la maquina es su lugar, y cuando entre todo estaba tal cual como lo había dejado.

Pero yo sabía lo que había visto, sabia como había dejado todo y como lo había encontrado. Podía estar viejo pero la vista nunca me fallaría a tal punto de hacerme ver cosas que no eran. Habían irrumpido en mi jardín, y no sé cuándo, no sé cómo y no sé por qué pero alguien había entrado en mi jardín, yo lo sabía, no podía explicarlo pero lo sabía.

Deje todo como estaba, si siquiera toque el cuchillo, no me atreví a tocarlo puesto que era lo que había usado para matar a mi hija, no podía.

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Mi demonio privado en mi jardin privado Donde viven las historias. Descúbrelo ahora