- ¿Has hablado con Jin? - me preguntó. Me gire a verla y sentí como mi frente se arrugaba ante la exasperación que ella ya me había provocado.
- ¿Me ves cara de haberle preguntado? - le dije. Ella puso los ojos en blanco, ante mi mala respuesta.
- ¿Estas con abstinencia, no? - me dijo y volvió a teclear en su ordenador.
Teníamos que terminar un trabajo para SeokJin y apenas íbamos por la mitad. Creo que ya llevaba 5 cigarrillos. La nicotina que contienen logra calmarme.
Sara Denis, ella es de esas amigas que ya no se encuentran fácilmente. Llevamos viviendo juntas aproximadamente 2 años. Nos conocimos en la universidad y desde ahí hemos estado juntas en todo. Ahora conseguimos un empleo en el centro de New's Corporation y no debemos desaprovecharlo.- ¿Podrías mover tu lindo trasero y ayudarme, no? - me dijo.
La mire y tiré la colilla del cigarro al cenicero. Me puse de pie y me acerque a ella. Mire hacia la pantalla blanca y brillante del ordenador.
- Los números del consumidor final están mal - dije apretando los dientes. Ella suspiró frustrada.
- ¿Puedes hacerlo tu? No doy más - me dijo y se levantó de la silla. Me senté y mire bien aquellos números. Empecé a hacer cuentas en mi cabeza.
¿Que necesidad tengo yo de pasar por todo esto? Soy una mujer exitosa, que con sus pocos años tiene todo para ser grande en la vida. ¿Que necesidad tengo yo de hacerle trabajitos idiotas a un gordo panzón que apenas puede verse la punta de los pies de lo gordo que es? Creo que estoy demasiado estresada. Hace aproximadamente veinticuatro semanas que no tengo sexo. Básico y muy necesario para la vida. Es capaz hasta de sacarme los dolores de cabeza más intensos. Y no lo tengo, estoy más sola que un perro.
- Termine - le dije a mi amiga. Ella se incorporó del sillon y dejó a un lado el cigarrillo.
- Gracias a dios ____ - dijo y se acercó a mi.
____. Mi nombre completo es ____ ____. Tengo 20 años. Soy una mujer independiente, sociable, algo testaruda, atrevida y sobre todo una mujer bastante sensual. No es que sea egocéntrica, pero todos los hombres con los que he estado me lo han dicho. Y el dia de hoy se me pasó por la cabeza hacer algo, para mi bien, algo para mi. Voy a venderme mi alma al diablo, a cambio de tener todo en la vida o no se bien a cambio de que.
- ¿Sara? - la llamé. Mi castaña amiga se giro a verme.
- ¿Que pasa? - me dijo. Sonreí levemente.
- ¿Que pasaría si un día decido venderle mi alma al diablo? - le pregunté.
Sara tomó una cruz que colgaba en su pecho. Debo decírselo, ella es muy creyente y esa clase de temas la alteran un poco. Tanto así que después acaba rezando tres rosarios y como veinte padres nuestro.
- ¡Que tu boca se haga a un lado ____ ____! - me dijo y tocó su pecho izquierdo. Eso significa, deshacer lo que has dicho.
- ¿Que tiene de malo? - le pregunté divertida.
- Sabes lo que pienso de eso, prefiero tener a la parca frente a mi antes que al señor rojo - dijo. Rei por lo bajo. Me puse de pie y la mire bien.
- Pues - dije y levante mis brazos hacia mis costados - Le voy a vender mi alma al diablo, por algo que no se bien aún - dije elevando un poco mi voz.
- ¡Callate! - me dijo fuerte. Rei con ganas.
- Ai, Sara, por el amor de dios, ¿que puede pasar?, ¿se me va a aparecer en un callejón o algo? - le pregunté divertida. Mi amiga negó con la cabeza.
- Nunca subestimes lo que no conoces ____, nunca - me dijo y se fue hacia la cocina.
- Perseguida - dije en voz baja y termine de acomodar todo.
La noche se hizo larga. Vivir en el centro de Seúl no es lo más recomendado para personas que sufren de ataques al corazón, ataques de asma o algún ataque de algo. Es muy ruidosa y por ende algo peligrosa. Vivimos en la calle 87, entre la 60 y la 62. Es un lindo departamento, pero ya se esta volviendo algo pequeño. Me desperté al sentir el ruido del maldito tren que pasa todos los días a la misma hora, a unos 5 metros de nuestra casa. Entre al baño y me di una refrescante ducha. Desperté a mi amiga y partimos hacia el trabajo. Estar entubada dentro de un vestido de oficina es lo más incómodo del mundo. Los zapatos los tolero, se me ven lindos.
- Tengo que ir por Jin, nos vemos en la oficina - me dijo y se despidió de mi con un beso.
Cruzó la calle y yo seguí mi camino, antes de continuar pare en Starbucks a comprarme mi rico café de todas las mañanas. Los tacones de mis zapatos hacían un ruido muy molesto. La calle estaba bastante desolada, para esa hora. Mi corazón empezó a latir más rápido cuando sentí que alguien me seguía. Me di la vuelta, pero no había nadie. Seguí mi camino. Apure mis pasos, esto se estaba volviendo algo malo. Doble por un callejón, creo que así acortaría camino. Mi respiración se agitó al sentir la presencia de alguien allí. Me di vuelta para mirar detrás, de nuevo no había nadie. Gire...
- ¡Ay por el amor de dios! - grite espantada al chocarme con alguien de frente.
- ¿Por que siempre lo nombran a el? - preguntó. Me aleje un poco y lo mire bien.
Completamente vestido de negro ese hombre era un dios en vivo y en directo. Sus ojos café eran, ¿como decirlo sin sonar idiota?... Impresionantes. Su pelo castaño oscuro y de buen porte.
- ¿Quien eres? - le pregunté después de unos segundos de observarlo.
- Hola preciosa, me dijeron por ahí que ayer me anduviste nombrando - me dijo. Frunci el ceño. Sonrió de costado y ardí completamente ante eso. Demasiado calor hacia en ese callejón y más mirándolo.
- ¿Que? - le pregunté. De una manera inexplicable para mi, el se colocó a un paso de mi cuerpo.
- Un gusto, soy el Diablo.
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Hola pequeños tamagochis con epilepsia :') lei esta novela hace poco y me pareció buenisima.
NO es mía, sólo la adapte para nuestro bebé. Créditos a la autora: Angélica Miranda❤
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Demons. [Cameron Dallas, Adaptada]
Fanfiction¿Alguna vez pensaron en venderle su alma al diablo? Yo si. Nunca imagine a lo que eso podría llevarme... Créditos: Angélica Miranda.