J u l i o 3 0

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《Julio, 30| Querido Diario: ¿Por dónde empezar? Siempre vuelvo a lo mismo ¿no? Lo sé... no me recrimines porque hace dos semanas que no escribo... es que han pasado cosas locas.》

¿Qué había de loco con qué me llames la atención Marlene? ¿Con qué quiera abrazarte y tomarte de la mano? Rodear un brazo por tu cintura o tu hombro, y sostenerte avisándole a todo aquel que mire que estoy bien seguro y contento de lo que estaba haciendo. ¿Qué había de loco con qué te fuera a amar luego?

《...tropiezo con mis pies queriéndolo entender... pero no es un baile, voy a intentarlo como si el mañana no existiera...》

El mañana si existió, gracias a dios te agradezco que lo hayamos intentado. Hasta el fin.

《...hay una parte de mí que dice "si, hazlo" y otra que no está convincente. Que tiene miedo, temor...temor a que la lastimen. A que le vendan algo que no es. ¿Qué desde cuándo está en una situación así?》

Hacerte daño era lo que menos quería, solo quería cuidarte. Curarte Marlene, de todo mal. De tus fantasmas...

《...espero no arrepentirme》

Espero que no lo hayas hecho.

《Hoy...él se acercó a mí, en los pasillos. Esa tarde llegaba veinte minutos atrasada, la lluvia había inundado hasta los vasos de mi corazón. Estaba empapada... para colmo las calles resbalaban y entre cuadra y cuadra casi me mato unas cinco veces. Entonces, allí lo veo con su camisa perfecta y apenas mojado, y yo a su lado parecía que recién había salido de la piscina. Su pelo alborotado y esbozando una sonrisa, seguro por lo ridícula que me veía. Mi corazón palpitaba potentemente por lo que había corrido, y más aún por verlo. Estaba muy agitada. Apenas podía respirar y no hallo motivos de porque estuvimos, ambos, parados durante dos minutos, oyendo el caer de la lluvia y algún que otro trueno.》

Allí estaba ella, respirando acaloradamente. Todavía lo recuerdo perfecto. Su pelo todo mojado y su ropa pegada al cuerpo, la carita empapada y parecía tener frio. Era lógico, estábamos en invierno. Sonreí por lo tierna que se veía ahí parada apenas temblando y esperando algo. Lo mismo puedo decir de mí, esperando.

—¿Vas a la clase? —le hablé. Teníamos que bajar escaleras abajo, aun nos faltaba un pasillo. El reloj daba las 18.30. Asintió con la cabeza pero ninguno de los dos se movió. Ni siquiera un poco. Ella reaccionó al segundo, y dejo de mirarme. Avergonzada por la situación me dijo:

—Voy a pedirle una toalla a Mirta, a ver si puedo secarme un poco —mientras se daba la vuelta y se dirigía a las mismas escaleras las cuales había subido minutos atrás. La frené, como cualquier estúpida película. Algo tendría yo que haber aprendido. Se dio la vuelta y me miro paralizada, parecía...asustada.

《me paró... lo miré, pero le hacía daño a mi corazón. ¿Qué está pasando? Necesito respuestas. Pasó una mano por mis mejillas y sacó una pequeña toalla de su mochila.

—Toma —alcanzó a decir cuando extendía mi brazo enseñándomela.

—No, no, está bien —cuestioné trabandome —Iré a tutoría.

Pero antes de que pueda darme la vuelta otra vez, tomó mis brazos y pasó la toalla. Luego por mi cuello. No podía explicar el estremecimiento por dentro, dolor de estómago que simulaban nauseas. Me quedé por el congelamiento. Piel de gallina. Todo junto.

Me acerqué más a vos, y fue fantástico el poder de saber que tu boca quería pero tus ojos ilustraban miedo. Sabes que iba a hacerlo "tomo una botella..." susurré en tu odio y sentí como tus manos se acomodaron en posición. Solté tus muñecas para dejarme abrazar. Tus manos rozaron mi cuello, y era una sensación de frío mezclada con fuego. Las mías rodeaban tu cintura y corrí mi cabeza hacia tras para divisarte, ya que la tuya estaba apoyada sobre mi hombro. Estabas helada, y anhelaba yo darte otra opción. Un abrigo quizás. Quien sabía hace cuanto estábamos ahí, solo observándonos y luego pasando a estar así... con los truenos de fondo.

—No me pongas la boquita ahí —balbuceé apenas puede obtener una visión del costado de su cara. Pero al segundo ella contesto siguiendo la letra:

Así juego a la botellita con vos...

《Fue apenas susurrarlo, no apoyaba mis ojos en los suyos porque sinceramente estaba obteniendo todos los sentimientos juntos. Ira, odio, vergüenza, amor, calidez, sencillez, humildad, boca... bueno su boca respirando tan cerca de la mía. Y al segundo sus labios absorbían suavemente los míos. Dejando que el temblor pasara. Me apoyó con cuidado en la pared y comenzó a masajear mis partes frías. Como por ejemplo mi cara y mis brazos. Fue, algo hermoso. Simplemente, glorioso.

Me sentí en el cielo... que más podría decir, había deseado esa boca hace ya unos meses. Y estar probándola... tomando una dosis de ella, hacía que cambien todas mis hormonas. Que mis ideas se salgan de lugar. Que la sangre circule para todos lados. Que no responda de mi misma.》

Por un segundo pensé: ¿Martin que estás haciendo? ¡Ella es menor... tu eres grande para ella! Pero eso se acabó rápido al sentir como nuestras lenguas chocaban dulcemente logrando una guerra favorable para ambos. Una guerra suave, sin demasiadas luchas, aspirando los labios y succionando sumiso de ellos entre una que otra vez. Habremos estado así unos minutos, no muchos, no escasos. Ya casi eran las siete, pero aún faltaban. ¡Nuestra clase! Si, así era...estábamos perdiéndola... más o menos hacia quince minutos que estábamos juntos en ese mismo pasillo.

《Y solo ahí ocurrió todo. En 15 minutos. Pensaran ¿nadie pasó? ¿Nadie los vio? ¿Nadie interrumpió? No sé si alguien nos habrá visto, pero me importa muy poco. Yo lo amo ese es mi error y mi preocupación.》

Al finalizar la sonrisa más grande que le he podido dar a alguien. Como es que tan solo nada me importaba, solo su boca. Y ella, ella por sobre todo. ¿Cómo es que llegué a ese tal punto? No lo sé, no puedo absorberlo y creo que nadie. Solo sé que había estado en su boca, y que sabia cómo lo había pensado: magnífico, desconcierto, sin igual. Abrí los ojos y la vi a ella sonriendo también. Cuando me decidí por hablar, ruidos en las escaleras nos hicieron separarnos. Marlene fijo la hora en su reloj y marchamos en silencio hacia el piso de planta baja. Nuestro salón. Entramos al mismo tiempo aunque nos separamos. Se sentó como siempre, en aquella fila del frente... donde teníamos ambos la mirada cruzada. Creo que la amo. La había deseado tan en silencio estos tres meses, que no me importaba como me llamarían o me tratarían. Marlene es diferente, le devolvió mis ganas de seguir con sus labios. El amor no tiene nombres, ni juegos, ni claves, ni edad, género, cultura, religión, estatura o estatus social. Solo, amor... que es el procedimiento indefinido de sensaciones y sentimientos múltiples hacia una persona/objeto/creencia. Cuando no lo puedas explicar, ahí es amor.

《Cuando no lo puedas explicar, ahí es amor.》

Creí que nunca me habías escuchado decir eso, tengo tantas preguntas para hacerte. Probablemente no habrás contado ni la mitad de nuestra historia. Para eso estoy yo.

La tarde iba muriendo... desde la puesta de sol estaba observando nuestras últimas fotos y este cuaderno repleto de información hiriente. Cada recuerdo es como un puñal y pareciera que hubiera ocurrido hace ya tiempo. Bastante tiempo.

《Menta con chocolate... menta con frutillas, menta de chicle, menta y mayonesa... aguarda ¿menta y mayonesa? Qué asco Marlene, concéntrate. Caramelos de menta con miel, menta granizada, confites de menta... eso fue lo único que estuve pensando en toda la hora restante de la clase. Tuve que salir corriendo porque se me hacía tarde para llegar a mi casa así que no pude ver a Martín. Pero lo vería al día siguiente. ¿Por qué nombre toda menta? Su boca sabía a menta, más bien el chicle. Fue tan lindo, quede...más que embobada. O peor.》

Siempre he tenido el mismo gusto supongo. He tratado de localizar tu número pero quedaría mal visto si pregunto, no tengo una excusa lógica ni quisiera mentir y que luego no funcione.


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