Mi nombre es Sebastian, tengo 19 años, y creo que mi historia puede parecerles de lo más casual, claro, suponiendo que no eres homofóbico, de ser así, te sugiero que avientes el medio por el que estás leyendo esto por la ventana
Listo, ahora, si llegaste hasta aquí, solo puede significar 3 cosas
1)No eres homofóbico
2)Eres una persona que no tiene el suficiente dinero como para aventar el celular o la computadora
3)Que simplemente tienes curiosidad de este texto
4) Y la más importante.... Ahora estás confundido
Vaya sorpresa...
Comenzaré con mi historia:
Una tarde de caluroso sol, iba de camino a la casa de mi amigo Ren, junto con otro de mis amigos, Marco, siguiéndome detrás de mí, pedaleando a más no poder para tratar de alcanzarme. A esta altura, te habrás imaginado a 2 adolescentes verdaderamente guapos en bicicleta, pero no... Eran 2 chicos de 8 y 9 años además de que éramos de lo más enclenques que te puedas imaginar
Listo, ahora tienes la imagen correcta de nosotros, continuemos
—Ren, soy yo, ábreme —Tocaba la puerta eufóricamente.
Ren abría la puerta poco a poco, otro maldito enclenque, pero, a quien le importaba, éramos niños, éramos felices, nos valía madres si uno de nosotros era feo, gordo, o lo que sea, de todos modos, éramos el grupito raro de la escuela... "Los bulleados" y aún así, nos valía
Entramos a la casa de Ren y subimos inmediatamente a su cuarto y hacíamos nuestro saludo secreto, chocar ambas manos en el aire saltando, bajábamos, nos volteábamos, estrechábamos nuestras manos por debajo de las piernas, y al final, nos bajábamos los pantalones y chocábamos nuestros penes.
¿Qué iban a saber unos chamacos a esa edad? Solo pensábamos estupideces
Ahora sí, puedes regresar a la imagen que tenias de los adolescentes, volvíamos a llegar a la casa de Ren, el saludo, solo que, ese saludo cambio, ahora nos bajábamos el pantalón, pero chocábamos las nalgas.
Una tarde nublada, Marco había regresado a su casa, nos había abandonado por estar con su novia
¡Valla perra!