Después de andar por la vida divagando, aún sabiendo que Dios me acompañaba aún sabiendo lo que tanto valía para Él, muchas veces le fallé, aún conociendo un poco de su amor desde que era pequeño ya hablaba con Él acerca de mi vida, acerca de mis sueños, acerca de lo que me agobiada, acerca de mí y sólo de mí, nunca le hubiese buscado a mis cuatro o cinco años de edad, sí Él no me hubiese encontrado primero, ¿qué moverá a Dios a querer usar a un niño de esa edad? ¿qué le moverá a buscarle para que no se pierda más? tuve muchas bendiciones en mi vida cuando estaba pequeño, aún no se exactamente el día o la hora, de haber empezado mi relación con Dios, solamente sé que aún desde antes de nacer Él ya me conocía, me atrevería a decir que desde que me formó en el vientre de mi madre, ya mi corazón había empezado a ser tocado por Él, me atrevería a pensar que mis primeros pasos los di porque Él tomó mi mano y me guío, mis primeras palabras, mi primera sonrisa, mi primer llanto, en todo Él estaba ahí, abrazando mi corazón, sabiendo que un día le fallaria, sabiendo lo malo que sería, aún así desde pequeño me buscó, con un amor tan grande que jamás seré capaz de entender.
Sería impensable para mi pequeña mente, entender el gran amor de Dios, entender como el Todopoderoso Jehová de los Ejércitos, con su brazo fuerte y poderoso, pueda dar el abrazo más tierno, más reconfortante, más alentador, más amoroso, el abrazo de Dios le cambia la vida a cualquiera, sé que cuando trate de darle la espalda el golpe de la vida que me hará regresar a sus caminos, será su abrazo por las espalda, mientras me dice que no me vaya, sé que no me necesita pero que me ama y me anhela, por eso entregó su vida por mí, jamás seré capaz de serle completamente fiel, pero si quiero hacerle sonreír, no quiero que mi pecado valga más que mi amor por Dios, sé que por lo menos ahora puedo decir que desde que Él me encontró, mi vida es más fácil, aún no había dado mi primer paso hacia sus brazos cuando Él ya me estaba abrazando, jamás entenderé su tiempo, su forma de obrar, pero cuando aún parezca en la vida que Dios no nos escucha, que calla, su abrazo tiene que bastarnos para seguir