Capítulo III "Confiando en Dios"

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Confiar en Dios, es muy difícil, pues aún sabiendo de que Dios es capaz de hacer todo, que no hay nada imposible para Él, no siempre contestará con un sí a lo que pedimos, pero estoy seguro que jamás nos dejará aún cuando así lo pensemos.
La manera más fácil de entender que podemos confiar en Dios, siempre será usando las comparaciones con la vida, con su creación, aún cuando la tormenta por la noche sea demasiado fuerte, cuando la tempestad oculte incluso la luna, cuando aún no llega el amanecer, cuando aún la noche es joven, cuando no podemos ni observar las estrellas, cuando estamos agobiados en el mar y sus grandes olas, cuando nuestra barca se está hundiendo, cuando...podemos poner todas estas circunstancias y sólo saber una cosa el sol sigue brillando, sigue dando su resplandor. El sol simplemente va a su tiempo, jamás llegará cuando la noche apenas va empezando, esperar a que el sol salga otra vez cuando se oculta es querer demasiado, es posible para Dios alterar el curso de las cosas, pero no lo hará porque no es como Él trabaja, él sol saldrá a su tiempo, quizás aún la tormenta siga siendo muy fuerte sepas que es de día pero quizás aún no ves el brillo del sol, aún esta muy oscuro, pero cuando el sol sale en tu tormenta entiende que va a pasar, porque el sol está ahí para vencer a la tormenta a sus espaldas, tú simplemente cree que el sol está ahí, si es de día o si es de noche lo veas o no, el sol está brillando, siempre llegará en el momento exacto, jamás lo hará a nuestro tiempo, así es Dios, Él sabe que hacer, el tiempo, el momento, en la circunstancia que lo hará, jamás Dios fallará.
La vida es así cuando pensamos que no nos queda nada, cuando sentimos que las pruebas son demasiado fuertes, cuando entendemos que el corazón es simplemente débil sí edifica su fe en la nada, jamás alcanzará la eternidad sino pone su confianza en Dios, cuesta entenderlo, entender que aunque me sienta completamente derrotado aún cuando puedo seguir, Dios sigue teniendo el control de todo, si aún vivo es porque para un propósito más grande me creó en su misericordia, en su amor, jamás diré que se equivocó en elegirme, porque si me ama Dios no tengo nada de lo que arrepentirme, quizás tú leas eso y digas pero y ¿qué sí en toda mi vida no le he entregado mi corazón? pues sólo sé una cosa mientras toda tu vida la hayas desperdiciado, pero en los últimos minutos decides aceptar el perdón y el amor de Dios en tu vida, entonces todo habrá valido la pena, aunque otros no lo vean así, estoy feliz de que Dios me haya permitido fallar de mil millones de maneras, porque en mis fuerzas jamás lograré nada, jamás le seré fiel, sólo espero jamás intentar dejar de buscarle, prefiero mil veces que Dios me quite la vida antes que lo haga que vivir sin Él, pues prefiero morir que dejar a mi Amado y perder la felicidad eterna.
Aún así también existe el desierto, el desierto al igual que en el mar, es una decisión que como cristianos debemos de tomar, saber que al final Dios es nuestra meta, en el desierto añoraremos la tormenta mientras el sol nos quema, pero añoraremos el sol mientras el frío de la noche nos abraza, pues en el desierto en el día el calor es insoportable pero en la noche el frío aún también lo es, no hay momento en el que no deseemos durante el desierto que todo sea más fácil, pero después de la lluvia todo empieza a crecer, los manantiales se llenan, aún en el desierto hay agua fresca, sólo entender otra vez que Dios siempre tiene el control de todo.

El Abrazo más Fuerte del PadreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora