Capítulo II "Conociendo a Dios"

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El proceso de inicio y la meta final de la vida de un hijo de Dios es conocer a Dios, la razón perfecta de empezar la carrera es que empezaste a conocer el amor de Dios, esto te anima a tratar de conocerlo más y más, aunque en cierta manera es imposible, no sabemos exactamente que es lo que Dios desea para nosotros, mas sabemos que son pensamientos de amor y que son para bien, no hay nada en ese amoroso Padre que venga a ser para mal, aunque cuando nos empieza a moldear, cuando empieza a quebrantarnos, más cuando toca lo que amamos, duele, duele intensamente en el corazón, pero es al final el poco sufrimiento que tenemos vale la pena, para la mayor gloria que tenemos de poder ver cara a cara, eternamente al que nos dio la vida.
Jesús hablaba del Padre, como un Hijo orgulloso de saber de donde venía era del lugar altísimo, que quien lo enviaba era más excelente que ningún otro, a quién iremos sino a Dios, aquel que nos ha amado desde la eternidad y eternamente nos amará, ¿queremos que nuestros corazones lleguen ante Dios siendo justificados por su amor o condenados por su ira? No importa tu respuesta ahora, más las acciones que tome tu corazón, quizás ahora lo pienses dos veces, quizás no sepas ¿hacia dónde vas?, quizás no sepas ¿por qué Dios nos ama tanto?, es incomprensible saber la razón, hay tantas preguntas acerca del Amor de Dios, acerca de Dios, acerca de su voluntad, acerca de su existencia, pues Él no existe, Dios Es y es El Gran Yo Soy, algo que entendió Moisés, no eres tú-le dijo Jehová- Soy Yo, El Gran Yo Soy, mi carrera ahora no se basa en entender todo lo que Dios es, sino en conocer a Dios mientras Él se muestre a mí corazón, como sea, como mi Felicidad, cuando hay tristeza; como la Lluvia, en mi desierto; como el Abrigo, en mi invierno; como el Agua y Aliento, en mi carrera; como la luz, en mis tinieblas; como el Padre, en mi orfandad; como el Refugio, en la tormenta; como el Libertador, en mi pecado; como el Día, en mis noches; como el Amigo, en mi soledad; como la Llenura Eterna, en mi vacío; como el Príncipe de Paz, en mi aflicción...de tantas maneras para conocerle, que al final sólo nos queda saber que aunque no entendamos todo de Dios, lo que conozcamos de Él, será siempre lo más glorioso y grandioso que conoceremos en nuestra vida.
Una de las formas más increíbles en las que Dios se muestra es como el Alfarero de la Vida, sería difícil explicar que significa que Él lo sea, pero es importante entenderlo, usando esta representación de la vida con Dios.
El proceso de tomar el barro y hacer un jarrón hermoso del mismo, conlleva paciencia del creador, pues el creador lleva el control de todo, primero toma el barro un poco duro, el cuál debe ablandar con mucha fuerza y golpes, después lo lleva al torno, ahí aplica un poco de agua para amoldar de una mejor manera el barro...hasta aquí podemos interpretar como empezamos a ser tomados por Dios como lo que somos y empezamos ese proceso de ser golpeados por la vida, después de aplicado el amor de Dios es más fácil empezar a moldear, un borde aquí y allá, mientras se sigue aplicando el amor de Dios; luego se empieza a formar cada pieza que compone el hermoso jarrón, la mayoría de veces entre más grande es el jarrón, necesita en su defecto la base, el cuerpo y el cuello, los tres hechos de las manos de Dios uno por uno; llega entonces el proceso de secado, donde se unen las piezas monandolas un poco más, mientras se protege el jarrón, puede incluso la lluvia afectar el jarrón mientras espera pacientemente a que las marcas y su forma empiecen a secarse, las líneas que el alfarero hace sobre algunos jarrones, como resultado el jarrón se seca y para finalizar es puesto en el horno para poder ser literalmente quemado, para que su forma quede sin nada más que sólo el pulirle, cerrar algunas grietas, pintarle y barnizarlo, poner unas flores y estará listo.
Mientras el amor de Dios te moldea, con ternura y tanto amor, el barro se siente bien, el hombre se siente bien. Cuando somos puestos a secar,se empieza a medir nuestra paciencia, ya que la paciencia es el factor esencial para confiar en Dios, de que ya pasó lo peor del calor del sol, pero aún no estamos listos, el jarrón seco aún necesita ser pasado por un proceso más, el de quemado, es el lugar donde el Alfarero te pone a la máxima prueba, te encierra en el horno, enciende el fuego y sólo puedes esperar pues Dios siempre tiene el control.
Después del quemado el Alfarero toma a la pieza más resistente pero igual delicada, la pule, la pinta , la barniza, la deja reposar un poco y pone los adornos, las flores, lo pone en un lugar para que cumpla su propósito.
Nuestra vida pasa buscando un propósito por el cuál vivir, la verdad de poco a poco quería alcanzar mis propósitos, mis sueños, mis anhelos, luego empecé a querer que estos fueran conformes al corazón de Dios, que estos fueran conformes a su voluntad, pero entendí que muchos de ellos sólo eran míos, ahora la verdad quiero solamente entender aunque me duela el corazón de lo que a veces queremos y no se cumple, sólo significa que lo que sentía antes no era conforme al corazón de Dios, no era conforme a su perfecta voluntad, la vida en Dios es más que eso, es más de lo que creemos, es más de lo que pedimos, es más de lo que merecemos, cuesta entenderlo cuando te lastiman, cuando pierdes a un ser querido, el trabajo que tanto te gustaba, cuando confías en los hombres y dejas de confiar en Dios, malditos somos si confiamos en lo que nosotros podemos hacer también, pues confiar en mí, no significa que confío en Dios, entender que todo lo que existe es porque Dios es, que todo lo hizo para su propósito, la Perfecta Voluntad de Dios significa que sobre todo, Él tiene el control.
Retomando el ejemplo del Alfarero, sólo entendí que quiero que cuando la gente vea el jarrón pregunten sobre el Alfarero y quieran conocerlo.

El Abrazo más Fuerte del PadreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora