Capítulo I

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Capítulo I

—«Experta en composición de desastres a medida». Ese es el eslogan de tu vida querida Paula, y te lo digo con todo el cariño del mundo pero ¡ya vale! ¿Quieres hacer el favor de reaccionar? Nos tienes siempre con el alma en vilo. ¿Crees necesario que haya tenido que coger un avión para ver si estabas viva o te estabas descomponiendo en algún descampado? —Y así continuó sin tregua, durante la cena y parte de la madrugada, hasta que al fin causaron efecto las dos botellas de vino que habíamos bebido y de pronto se durmió.

Hablo de mi amiga Carmen. Es muy maja y me quiere un montón; tanto que me hace de madre sustituta, y aun viviendo a quinientos kilómetros de distancia, no es un impedimento para plantarse en mi casa y sermonearme.

Esta vez fue por un viaje fugaz que había emprendido con el hombre de mi vida, que finalmente resultó no serlo, pero de eso ya escribiré más adelante. La cuestión es que el tipo desapareció del hotel cinco estrellas lujo superior, en una isla paradisíaca, con todas mis pertenencias y sin mí. Entre esas pertenencias se hallaban mi pasaporte, dinero y dignidad. Y claro, por no llamar a mi padre o hermanos y que les diera un soponcio, pues recurrí a mi inestimable y querida Carmen.

Estoy practicando un ejercicio que me ha recomendado mi psicóloga. Me ha animado a escribir lo primero que se me ocurra; que deje fluir mis emociones, no entiendo muy bien para qué. Pero la cuestión, es que he cogido una de esas libretas con anillas que guardaba en un cajón, de alguna vez que haría algún cursillo de inglés y aquí estoy, liberando demonios.

Veamos, ¿por dónde empiezo? Por el principio debería ser lo correcto. Pero es que yo no soy correcta, ni típica, ni nada convencional, así me va, gastándome el dinero en una terapeuta para que intente decirme porqué no consigo enderezar mi vida cerca de los cuarenta.

Bueno, sigo; soy la tercera de cuatro hermanos, todos varones, bastante normales, con eso quiero decir con vidas típicas, sin sobresaltos, familias, niños de anuncio, casas unifamiliares en comunidades con piscina y jardín, vacaciones todos los meses de agosto y un largo etcétera (léase coches monovolumen, pedicura los viernes, perros acordes a sus estilos de vida y suscripción al diario típico que no miente en sus titulares, ni manipula información), ojo que los quiero mucho pero a veces pienso que yo nací de un huevo.

Entonces, siendo la única fémina del hogar, pues se puede decir que mi aliada y mejor confidente fue mi madre, «cómo te echo de menos, mama». Según Alicia, mi terapeuta, cree que ese fue el detonante de mi "problema". Es muy buena persona, pero creo que va fatal encaminada, y mira que yo intento cooperar, en fin... esto no va a resultar; si le mientes a tu libreta pues poco vamos a encontrar ¿no? Es como hablar sola, y yo ya me conozco. No sé, quizá si dejo de engañarme funcione.

Continuo, pero antes voy a poner algo de música. Me reconforta y a estas horas de la madrugada en las que el insomnio viene a ser mi compañero de cama, todavía más. Hoy escojo Angel in blue jeans. Es genial sentirte identificado con la letra de una canción y ponerla en bucle, una y otra vez.

"Like a river made of silver
Everyone came running to the scene
I was shot down in cold blood
By an angel in blue jeans..."

En el último año he vivido en tres ciudades distintas, en diferentes países. He trabajado y hecho de todo, y lo peor es que no me arrepiento de casi nada. En ese casi solo entra algo que no voy a escribir. No quiero que quede constancia. Eso o quemo la libreta; bueno, igual escojo la última opción si me animo. He conocido a muchas personas, algunas de ellas con una oscuridad tan profunda que en ocasiones podía notar el frío, y me he enamorado seis veces. Ahora sonrío mientras tacho, encaprichado sería la palabra correcta, pero Carmen dice que me llego a enamorar, —aunque tan fuerte como te arrasa te abandona. —Cómo me conoce la tía.

Me tiño el pelo de color negro, aunque soy pelirroja profunda. Tomo el sol cada vez que puedo, aunque no consigo educar a mi piel y que pase de un rojo chillón a mil pecas más en la colección. Tengo bastantes dioptrías de miopía pero jamás me he hecho unas gafas; sólo gradúo las de sol que son mi mejor máscara. Compro por internet porque odio ir de tiendas y jamás cambio nada de lo que no me va por pura pereza. No hago deporte. Lo detesto profundamente, y según Alicia es muy bueno para liberar endorfinas, y yo sonrío cada vez que pienso en la mejor forma para liberarlas. No bebo en exceso porque me sienta fatal, aunque últimamente intento probar mi hígado y siempre me recuerda que él manda. Cada vez que hay una comida familiar, desde que falta mi madre, pongo una excusa para no acudir, hasta que un buen día me llegó una oferta de trabajo que no pude rechazar y el motivo más importante era que iba a estar fuera de aquí la gran mayoría del año.

Mi profesión, de eso ya escribiré más adelante también.

Parejas, paso palabra.

Me está gustando esto de escribir en mi libreta cuadriculada con su espiral metálica. Me la llevo en el maletín. Mañana me vuelvo a marchar de nuevo. He de reconocer que esta vez no tengo ganas. La verdad es que es la primera vez que tengo miedo, y yo sé porqué.

Por hoy suficiente, mi amiga azul ha comenzado a hacer efecto y su función química hace que mis ojos se cierren...

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Aquí os dejo el primer capítulo de esta historia que iré subiendo, si te gustó no olvides votarla y comentar. 

Paula tiene mucho que contar...

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