Epílogo

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Pau

Al final todoscambiamos. Crecemos y maduramos, nos vamos formando y evolucionando.Nuestras ideas cambian, nuestros sentimientos también. Pero yo nuncadejé de amarla.

Acabé la carrera yvolví a ella, pero al parecer, su corazón ya estaba ocupado.

Me dirijo de nuevoa Barcelona, pues, por el momento, aquí en Málaga y junto a ella,no tengo nada que hacer. No me queda nada a lo que agarrarme, tansolo al tiempo. Una larga espera que podría prolongarse hasta elfin.

Carlos me llama almóvil mientras espero mi vuelo y decido cogerlo.

-Pau -dice muynervioso-, hemos tenido un accidente. Tienes que venir.

-¿Qué pasa? -mealtero-, ¿estáis bien?

-No -ahora llora-,tienes que venir. Parece que se ha puesto de parto, o se lo van aprovocar, no lo sé. Por favor Pau -se ahoga en sollozos-, por favor,ven rápido.

-¿Dónde estáis?¿Qué ha pasado?

-Hemos tenido unaccidente con el coche. Yo estoy bien, pero ella no llevaba elcinturón, por lo de la barriga, que decía que eso era malo para elbebé.

-¿Y ella?

-No se despierta,está inconsciente -llora de nuevo.

-Voy para alláahora mismo.

Llego al hospitalcon el corazón en un puño y rápidamente encuentro a Carlos, elcual aguardaba mi llegada en la sala de espera junto a Enrique.

Él se lanza a misbrazos inundado por las lágrimas

-¿Qué ha pasado?¿Cómo está ella? -parece que Carlos solo tiene un chichón en lacabeza, y Enrique está perfectamente. Supongo que no iba con ellos.

-Le han adelantadoel parto, pero a sufrido un traumatismo craneoencefálico severo ypermanece inconsciente en la unidad de cuidados intensivos. Yo estabade guardia cuando la han traído. Aún no puedo creérmelo -dice conla voz temblorosa.

-¿Se recuperará?-le pregunto a él directamente, rompiendo la promesa que me hice deno dirigirle nunca más la palabra.

-Está en coma-dice llevándose las manos a la cara y sentándose sollozante.

Carlos siguellorando, agarrado a mi camisa y sin consuelo.

-¿Dónde está?¿Puedo verla?

-La han intubado yestán monitorizando sus constantes. Estamos a la espera del TAC parasaber si hay hemorragia intracraneal. La niña está bien, gracias aDios...

-Yo solo quierosaber dónde está ella -sentencio.

Cuando consigoentrar a su habitación y la encuentro, allí tumbada, llena de tubosy cables, la realidad se cierne sobre mi como una gran jarro de aguahelada que aguijonease todo mi cuerpo hasta dejarlo agarrotado. Mecuesta moverme y me duele acercarme.

Esto no puede estarpasando, no al amor de mi vida, no a mi Eva.

Me detengo a sulado y la contemplo sin poder darle freno al incipiente torbellino dedolor y emociones que se apoderan de mi ser sin compasión.

Trato de contenermis emociones, pero mi desazón es tal que arranco a llorar sindesconsuelo.

-¿Por qué mehaces esto? A mi que tanto te quiero... ¿Es una nueva forma que hasinventado para alejarte de mi? -trato de bromear, pero no me sale-.No puedes morirte, ¿me oyes?

Le toco la cara yla siento fría. Un fuerte sollozo escapa de mi estremeciéndome y unpar de lágrimas se derraman por mis mejillas.

En ese momentoentra una enfermera y trato, como puedo, de recomponerme.

El hijo de Eva (So Deep)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora