AMNESSIA #1

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 Sabía que estaba en peligro, aún cuando mis ojos estaban cerrados. Mi rostro ya no estaba entumecido del frío, ahora lo sentía junto a mi cuerpo. Pero al tener contacto con el ambiente, mi cuerpo no tarda en erizarse y temblar. Sentía que estaba boca abajo tirada en un lugar húmedo que hacía picar mi cuerpo entero, algo como el pasto mojado. Estaba pegajosa, estaba mojada de pies a cabeza, y mi vista nublada por el sueño no me dejaba ver nada. Pero más que nada, estaba desconcertada.

 ¿Era esto un sueño?

 En un hipido desesperante me despierto del todo, mis pulmones arden y se alivian por encontrar el aire. Mi pecho sube y baja de forma desesperada en su pelea por aire. Y en un intento de levantarme con mis manos al frente, no tengo éxito al sentir dolor en una de mis muñecas. Me resbalo de nuevo con el barro aguado y mi cuerpo choca bruscamente con la tierra, dejándome tirada de nuevo. Usando una nueva táctica logro sentarme y, aturdida, observo a mi alrededor. Pero siento un pinchazo en mi ojo que me obliga a cerrarlo y soltar un gemido.

 Tiemblo de nuevo y suelto un hipido por el frío. Pero muy tarde me doy cuenta de que no estoy en un sueño... entonces ¿Dónde estoy? 

 Reconozco el lugar como el Lago Bellevue, es grande y azul, y el puente de madera a mitad de éste junto al mirador confirmar mis sospechas.

 Al ver mi alrededor con mi vista nublada solo veo que mis pies desnudos están tocando el Lago y a lo largo de la tierra húmeda que lo rodea están mis piernas que las siento como gelatina, y por último desde mis caderas hasta arriba estoy yo en la hierba mojada.
 Mi vestido... mi vestido blanco está ahí, descocido, manchado, mojado, embarrado y a mitad de mis muslos. Más me cubre todo.

 Con ambas manos toco mi rostro y cabello, pero ambos están igual de mojados que todo mi alrededor. Como si me hubiese dado un chapuzón en el lago. ¿Que diablos estaba haciendo?

 Pero es ahí cuando el miedo emerge desde lo profundo de mi interior, enviando corrientazos dolorosos de adrenalina por todo mi cuerpo. Ver mi muñeca con sangre diluida en agua, tanta sangre que no me deja ver la herida me paraliza. En un intento desesperado para actuar siento un punzante ardor agudo en una de mis costillas. El dolor es tan intenso que mi mano viaja al instante.

Sangre es lo único que veo.

 Más gemidos e hipidos de nervios, dolor, miedo y adrenalina mezclada salen por mi garganta. La desesperación me consume y mi corazón late tan rápido imaginando lo peor. No sé como hice. Pero ahí estaba yo corriendo con mis piernas temblantes a través de la niebla, sobre el fango resbaloso, viendo con un solo ojo, cada vez respiraba con más dificultad, mientras mi cabeza bombeaba dolorosamente. Y la oscura niebla nocturna me amenazaba con envolverme en misterio y perdición. 

 La lucha contra la bruma del sueño todavía se desarrollaba en mi mente, pero hay que estar ciega para no distinguir esas luces entre la niebla. Me detengo pensando si serán mis agresores, más al retroceder resbalo con el barro y me golpeo la cabeza contra algo duro.

 Un grito desgarrador sale de mi garganta, pero mi mente dice que solo yo lo escucho. Y un aullido animal me alerta. Más no puedo hacer nada.

 Y mientras todo se oscurece, solo veo la niebla color negro azulado cernirse sobre mi vista. Y el calor emanando desde mis costillas.

(...)

 Desperté en un hospital, viendo su blanco techo y sus paredes crema transmitiéndome tranquilidad. Pestañeo para ver con claridad, lo cual me tarda más de cinco pestañeos. Pero al final logro ver bien, a mi alrededor estoy conectada a unas máquinas, siento una venda en uno de mis ojos; en mis costillas; y muñeca, y un fuerte dolor en mi cabeza. Todo me dice que ya no hay de qué preocuparse, más mi instinto dice lo contrario.

Entre Lobos Y Sirenas I: DesireDonde viven las historias. Descúbrelo ahora