STRANGERS #3

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 Son extraños, ahora todos desconocidos. No podía recordar a nadie que haya conocido el último año, eso lo sabía. Pero aún así me arriesgué a salir, si reconocía a alguien significaba que no todo estaba perdido. Aún podía recordar.

 Pero la sensación de incomodidad no me la quitaba nadie. Todos los ojos estaban clavados en mí. Fui primicia, lo sé. Eso no es lindo. Pero la intriga era saber si los conocía de algún lugar o si solo me habían visto en las noticias.

 Me encontraba yendo a casa de Kim, junto a Jackson, claro. Todos quedaron paranoicos desde lo que ocurrió y si me dejaban sola para entrar al baño, era suerte. Sarcásticamente obvio.

 Como buen hermano mayor, se ofreció a llevarme a la casa de mi mejor amiga, pero le pedí que me lleve por el camino del centro de la ciudad. Quería sentirme en casa, quería sentirme como ellos, recordar a alguno aunque sea o un lugar, un olor, una pista ¡Algo!. Pero lo único que recibí fueron miradas, ningún saludo ni nada, solo miradas directas de asombro.

— Annie... —Llama Jackson, me volteo hacia él y pasa un brazo por mi hombro—. Si necesitas algo, llámame. Cuídate mucho y no salgas de la casa de Kimberly, volveré por ti con papá a las siete.

 No me doy cuenta que hemos llegado a la casa de Kim. Al parecer estos lentes de sol son más obscuros de lo que creí, pero a través de ellos puedo ver que todo sigue igual; las rejas del porsche son azules; el pasto sigue intacto; y las flores de la mamá de Kim están cada vez más lindas; pero lo único que cambió, son las paredes. Ellas ahora presumen un color verde aguado pastel radiante.

 Volviendo con Jackson, asiento con la cabeza y me abraza . Paso la reja de la casa de Kim y Jackson no se marcha hasta que toqué la puerta y entro a la casa de mi amiga. Entonces me tira un beso y se va caminando con sus manos en los bolsillos.

— ¿Dónde está mi desaparecida favorita? —Grita Kim estampando la puerta abruptamente al abrirla.

 Sin dejarme contestar se abalanza hacia mí en un abrazo.

 Al fin puedo sentir mis labios agrietarse en una débil sonrisa con mi ceño fruncido, y la abrazo de vuelta tan fuertemente, como si no la hubiese visto un mes, a pesar de los treinta grados que hacían esta tarde. Me permito reír, porque si había alguien que podía sacarle el lado bueno a una situación mala incluyendo un chiste de mal gusto, sin dudas esa era mi Kim.

— ¡Esa soy yo! —Le digo divertida y una lágrima se escapa de mi ojo.

 Cuando Kim logra al fin despegarse de mi no me deja siquiera verla a los ojos porque se voltea y me tironea de la mano hacia adentro.

— Oh vamos, chica, ven aquí. Te enseñare lo que significa el abrazo de oso —Cuando por fin se pone frente a mí, puedo ver un destello húmedo y aguado en sus ojos color verde. Entonces nuevamente de abraza y solloza en mi hombro.

— Rayos, Annere, eres la peor persona del mundo —Casi grita, más bien con su voz normal que es fuerte—. Tu sí que sabes dar sustos ¿Te odio lo sabes? Si fuera hombre y tuviera bolas justo en este momento las estaría usando de corbata ¡Espero que con eso entiendas lo asustada que estuve!

 Estaba debatiendo si a estas alturas lloraba o reía. Pero me era imposible, lo hacía al mismo tiempo.

— Chica, espero que no estés medicada. Hay un Mixx Tail esperando debajo la cama de mi habitación ansiando tu regreso —En un tono pícaro eleva y desciende sus cejas de forma rítmica. Solíamos hacer esto hace bastante; pasar una tarde bebiendo Mixx Tail Mojito, siendo felices con carcajadas a escondidas, y casualmente la única que se enteraba de esto era Khris -la mamá de Kim- el resto -mis padres y el papá de Kim- no se enteraban de esto, ya que no tenían bien visto que tomemos alcohol a nuestra edad. Y es por eso que ella debía esconderlo en su habitación donde jamás entraba su padre.

Entre Lobos Y Sirenas I: DesireDonde viven las historias. Descúbrelo ahora