Recordar, o no recordar.
¿No es curioso saber que aún cuando eres dueño de tu cuerpo, tu cerebro es el que decide si recordar o no?
A estas alturas, me faltaba poco para enloquecer. Pero el estar en casa me dejaba tan tranquila y protegida, tan cómoda abrazando mi almohada; mis frazadas; mi cama, tanto que no he salido en tres días. O debe ser porque mi habitación es la única habitación de la casa que no tiene espejo, y me es irónico porque antes le peleaba a mis padres para tener mi propio espejo de cuerpo completo. Pero no quiero verme, el simple hecho de pensarlo me da terror.
Esta mañana fui dada de alta en el hospital. Pero nada de eso salió bien.
Sabía que me iban a quedar secuelas, no la iba a sacar tan barata. Pero a pesar de tener cortes en el cuello y las mejillas, tener raspones en mis rodillas y en los pies por correr descalza, más allá también de que las heridas en mis costillas y mi muñeca fueran las más graves. No importan, porque pueden sanar.
Pero ¿Y mis ojos?
Esta mañana llegó el Dr. Yuri a chequear mi estado antes de salir, y eso incluyó quitar la venda de mi ojo derecho. No he parado de llorar desde entonces, porque ahora soy un fenómeno, ya nadie va a mirarme igual.
Heterocromía.
Mis ojos café no eran lo más exótico del mundo, de acuerdo, en algún momento pude haber deseado tener los ojos claros como los de Kim. Mis ojos del color más normal del mundo, nada interesantes, pero valían más que esto y yo los quería. Y los quisiera de vuelta.
Pero agradecimiento no me falta, al menos no estoy ciega. No es fácil admitirlo, pero tampoco lo es afrontarlo.
Ahora tengo mi ojo izquierdo color café, y mi ojo derecho es del color del mar.
Las pruebas que el Dr. Yuri había ordenado habían resultado bien, muy bien. Por lo que nadie podía decir, a excepción de las heridas, que mi salud física era tan estelar como había sido el día que desaparecí.
Pero las cosas más profundas, las cosas invisibles, eran las partes de mi que yacían debajo de la superficie, fuera del alcance de cualquier prueba, con esas cosas encontré un vacilante poder para recuperarme. ¿Quién era yo ahora? ¿Qué me había pasado durante esos meses faltantes? ¿El trauma me había marcado de una manera que nunca entendería? O peor aún, ¿Nunca recuperarme de él?
Si algo sabía es que no debía estar tranquila. Esto no había quedado aquí, el peligro corría detrás de mí. Esto estaba empezando.
¿O ya lo había hecho? Entonces... ¿Como estar bien sabiendo que la intención de mis agresores era mi muerte? Y el saber que no lograron su cometido no me deja tranquila, ¿Que ya he salido de peligro? ¿Y si enrealidad solo me metí en la boca del lobo?
Traté de engañarme a mí misma a creer que estaba a salvo ahora que estaba de vuelta en mi mundo. La verdad era, que nunca me había sentido segura y nunca tendría mi vida de vuelta hasta que pudiera recordar lo que había vivido durante los últimos meses, sobretodo el ultimo año.
Mis padres habían impuesto una estricta política de privacidad, no visitantes mientras estaba en el hospital, y él Dr. Yuri junto al oficial Laurice la habían respaldado. Podía entender su preocupación, pero ahora que estaba en casa y lentamente me reintegraba a la familiaridad del mundo, no iba a dejar que mamá me sellara con su bien intencionado pero equivocado propósito de protegerme. Tal vez había cambiado, pero seguía siendo yo. Y lo único que quería ahora, era ver a Kim.
— ¿Annie?
No había escuchado que estaban llamando a la puerta de mi habitación hasta que papá me llamó por mi nombre.
— Anna Nerea, ¿Estás despierta? —Volvió a tocar la puerta.
¡Vaya que ese nombre era raro!
Anna me gustaba, pero mi segundo nombre, es decir Nerea ya no. Un nombre poco común, que no era bonito. Pero según mis padres y toda mi familia, menos Jackson, les encantaba, y como Anna o Annie es muy corto se les ocurre llamarme por el nombre completo; Anna Nerea.
Lo bueno es que con el tiempo algunos se dieron cuenta de ello y solo me dicen Annie, Annita, Anne o simplemente Anna. Pero papá es un caso perdido.
— Estoy despierta, papá —Le respondo—. Pasa.
Abre la puerta con cautela, tan suave que podría pensar que era mi caja de cristal y no quería romperla. Volteo dándole la espalda a la puerta antes de que papá la abra del todo, pero un rato más tarde siento la cama hundirse cuando se sienta.
— Cariño —Susurra mientras me acaricia el cabello con orgullo, con amor—, me diste un gran susto, Nerie.
Ya se imaginarán a quien se le ocurrió ponerme Nerea de segundo nombre.
Lo escucho sorber su nariz. Él estaba llorando, de felicidad quizás por haberme encontrado, o puede que de preocupación. Deposita un beso ruidoso en mi cabeza y continúa hablándome.
— Lo importante es que ya estas bien, cariño —Dice con pasividad.
Una lágrima se escurre sin querer por mi mejilla, y me siento en la cama para quedar a la par de él.
— Papá... —Lloriqueo—, mírame, soy un fenómeno ahora.
Sus cejas se juntan en una curva, una mueca que hacen las personas con mucha lástima antes de llorar. Y en este caso era muy particular de mi papá.
— No digas eso, Annie, estas viva eso es lo que cuenta...
Sollozo y me tiro en su pecho para llorar.
— ¿Porqué alguien querría matarme? —Musito entre llantos—. ¿Qué he hecho yo para quedar así?
— No me gusta que digas esas cosas, Anna Nerea ¿Que voy a hacer yo sin mi niñita? —Jamás había visto a mi papá llorar, una que otra vez se le escapaba una lágrima, pero nunca un llanto. El verlo así me destrozaba el alma—. ¡Gracias a Dios, creí que te había perdido!
Me estrecha fuertemente en un abrazo y se lo correspondo porque mi desesperación es igual. Si yo perdiera a mis padres, no sé que haría.
— Te amo —Susurro en un sollozo.
— Yo también te amo, Nerie —Sonríe estrechamente y seca sus ojos con el dorso de su mano, riendo levemente como si se sintiera avergonzado o como si todo fuera una broma—. Ya está la cena.
Pero el apetito se me había esfumado. Nada se me antojaba más que recordar.
— ¿Vamos? —Dice poniéndose de pie.
— No quiero bajar —Respondo—. No quiero bajar y verme en un espejo, no quiero verme como si estuviera ciega de un ojo, papá. Esto es horrible.
Me dedica una sonrisa leve y toma mi cara entre sus manos.
— Pero no lo estás amor —Me alienta—. ¿Sabes? yo creo que todo en la vida pasa por algo, cada persona tiene su toque que lo hace único, y ahora tu eres más especial que todos ellos. Nosotros los que te queremos, lo hacemos por que lo sentimos de verdad y no nos importa si tus ojos no son iguales o sí. Eres diferente, Nerea, nadie puede ser como tú ahora. Eso te hace única e inalcanzable. Te ves preciosa, cariño.
Una lágrima rueda por mi mejilla y una sonrisa se dibuja en mi rostro. Papá lo hace parecer fácil y esperemos que salga todo bien.
Después de todo hay que verle el lado bueno a la situación.
Lo peor ya pasó ¿Esto no puede empeorarlo, cierto?
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Entre Lobos Y Sirenas I: Desire
RandomTodos estaban felices. Todos estaban a mi alrededor de pie festejando, mientras yo estaba sentada. La única iluminación del cuarto era la lámpara de la esquina y la luz de las diecisiete velas. -¡Feliz cumpleaños, Anna Nerea, Feliz Cumpleaños a ti...