Capítulo VIII

34 5 0
                                    

Me doy la vuelta abruptamente y me encuentro con el horrible y asqueroso rostro de puta que tiene Teressa, Teressa es la chica más fácil, popular, cabeza hueca que hay en todo el universo, y a parte de eso, digamos que somos enemigas desde quinto de primaria, no puedo creer que en algún momento pudimos haber sido mejores amigas.
—¿Con quién crees que estás hablando?—le digo arqueando una ceja.
—Pues con quien más, ¿quién es la puta aquí?–dice la descarada.
—Mhmm, tengo entendido que la más puta de todas es una tal Teressa McCallister, ¿conoces a esa perra?—le digo.
—Un momento pitufa, a mí no me vuelves a hablar así, además, yo no soy quien le está moviendo el trasero a Miles—me dice y mira Miles.
—A ver, para comenzar Miles y yo no somos nada, a penas y nos conocemos, ¿es mucho para procesar en tu pequeña cabecita llena de semen? Además yo no me he acostado con todo el equipo de futbol de la escuela—le digo y puedo ver cómo todos se están acercando y haciendo un pequeño círculo al rededor de nosotros, puedo sentir como rostro está tan rijo y caliente que creo que empieza a salir humo.
—Jo, cálmate, no vale la pena—me dice Miles tocándome un hombro.
—No me digas qué hacer, ya te he dicho que no me gusta, deja de ser tan controlador.
—Si, no vale la pena, se me olvidaba que eres igual de zorra y puta que tú madre—dice con cara burlona.
—¡ESO ES TODO! ¡ESTÁS MUERTA ZORRA DE ALCANTARILLA!—le digo, bueno, más bien le grito y me tiró encima de ella, cierro mi puño y lo estampo contra su maldito rostro lleno de maquillaje barato una y otra vez, y ella no deja de chillar—¡CHILLA, CHILLA COMO LA PUTA QUE ERES!—siento que mis nudillos me arden y no sé si la sangre es mi o de ella, que asco.
—¡YA BASTA JOANNE!—escucho una voz pero no sé quién es, pues estoy tan enojada como para reconocer quién es. Siento como unos brazos me toman de la cintura quitándome de encima de una llorona Teressa, pateo y grito que suelte pero mi esfuerzo es inútil—¡YA JOANNE!—es el estúpido de Miles quién me saco de mi pelea.
—¡ESTO NO SE ACABA AQUÍ TERESSA, NO SE ACABA!—le grito mientras su escuadrón de mini Teressas la ayudan a levantarse y puedo ver su rostro con sangre por todos lados al igual que su camisa, eso le pasa por meterse conmigo y decir cosas fuera de lugar.
—¡OH JESUS BENDITO!—exclama el maestro Stevenson al ver el casi desfigurado rostro de Teressa—¡¿QUÉ DEMONIOS PASO AQUÍ?!
—Fue... Ella, quisss—Teressa trata de hablar pero no puede porque la estúpida no deja de llorar. Yo sigo con Miles y siento que tengo aruñazos en mis brazos y en una mejilla, solo supo defenderse como lo que es, una maldita gata.
—Joanne Marcus trató de matar a Teressa—interrumpe Kamila o como yo le digo Teressa n°2
—¡¿QUÉ!? Eso es pura mierda maestro Stevenson–le grito
—Claro que no, tú quisiste matarme, asesina.
—Mira estúpida una estupidez más que salga de tu boca y juro que si te voy a matar de verdad—le digo, esta perra ya está pasando los límites.
—¡SUFICIENTE, BASTA DE INSULTOS!—grita Stevenson y puedo observar que una vena en su garganta pareciera estar a punto de explotar—Todo el mundo al autobús, la convivencia se acabo y pueden agradecerle a sus compañeras que se creen Mayweather y Pacquiao—dice Stevenson y por supuesto yo soy Mayweather, nunca pierdo una pelea—Ustedes dos estarán en detención todo el mes y llamaré a sus padres para informarles de su gran hazaña.

Genial, mi papá me va a matar, voy a ser yo la que terminara muerta.

—Dios mío, eso fue genial Jo—dice Mike levantando las manos—Por eso eres mi mejor amiga, dame esos cinco—dice y levanto la mano para darle los cinco y un puño—Oh Jesus, tus nudillos están sangrando—dice Mike y veo mis nudillos.
Están sangrando, esto mañana estará verde.
—Yo creo que en el autobús hay un botiquín—dice Becca—Vamos, tienes que limpiarte eso.
Subimos al autobús y ya todos están adentro excepto por nosotros tres y Miles, Miles se acerca al conductor preguntando por el botiquín pero solo tenían gasa y alcohol y la estúpida de Teressa lo ocupo todo así que solo me enjuague las manos con agua, ya sin la sangre puedo ver que mis nudillos están un poco inflamados y con algunas heridas, sonrío al verlo porque es señal de que la golpeé muy fuerte.

Llegamos a la escuela y pase sentada en la oficina del director casi dos horas, primero estuve una hora con el director y Teressa y después estuve sola con el. Me dijo que tengo que aprender a controlarme, que comprendía mi reacción pero que la ira no es buena, me redujo la detención a dos semanas y media y a Teressa solo una semana, maldita perra.
Sé que al director Franklin le agrado, de otro modo no me hubiera reducido la detención.
—¿Y bien, que les dijeron?—pregunta Miles que me estaba esperando con Becca a fuera.
—Dijo que me lamentaba tener que expulsarme definitivamente, que no me soporta y que iba a hacer todo lo posible para que no me acepten en otra escuela.
—¿Qué? No, eres mi mejor amiga, ese viejo panzón no puede correrte, si te vas me voy contigo–dice Becca poniendo su mano en mi hombro en señal de apoyo.
—Que lastima, me estabas empezando a caer bien—dice Miles—Pero ni modo, la vida sigue–ruedo los ojos por lo que dijo Miles.
—Es mentira, solo me dejo en detención por dos semanas y media, y también llamara a mi padre—les digo encogiéndome de hombros
—Eres una perra, casi me muero pensando en que voy a hacer en este maldito lugar sin ti—dice Becca.
—Lo siento. Bueno, creo que me iré a caaa, necesito limpiarme con alcohol antes que se me pudran los dedos, ¿puedes darme un aventon Becca?
—Creo que eso no será posible, tengo que ir por Alice a su escuela y luego llevarla al doctor, lo siento—dice Becca haciendo un puchero en señal de disculpa.
—Yo puedo llevarte a tu casa, no te preocupes—dice Miles.
—Listo, Miles te llevará a casa, yo ya me voy porque se me hacer tarde, ciao—dice la pelirroja y se va.
—Vamos—dice Miles y toma mi mano pero la quito inmediatamente, siento como si su mano fuera un fuente de electricidad y cada vez que la toco me electrocuta—¿Qué ocurre?—dice cuando quito la mano.
—Nada, solo que me duele la mano—le miento, en realidad la mano no me duele solo me arden los nudillos.
—Lo siento—dice y me abre la puerta de la camioneta, subo y como era de esperarse me deleito al verlo pasar delante de ella, se ve tan confiado y relajado que lo hace ver tan jodidamente sexy. Tengo que dejar de pensar así sobre el, pero es inevitable si es tan sexy.
Enciende la camioneta y nos vamos, el encienda la radio y Kings of Lion invaden la camioneta con Temple, no sabía que tuviera tan bien gusto musical.
Miro por la ventana y me doy cuenta que este no es el camino hacia mi casa, oh no.
—Mhmmm, me parece que este no es el camino a mi casa—le digo.
—Vaya, qué observadora, Sherlock—dice y gira su rostro hacia el mío y veo sus perfectos dientes en una sonrisa tan sexy y juguetona a la vez.
—Deja de copiar mis frases, ¿a dónde vamos?
—Vamos a tu casa, pero como tú eres tan distraída no te diste cuenta que había un accidente de auto y tuve que tomar otro camino—dice, y luego de unas calles comienzo a reconocer las casas.
—Gracias por traerme a casa Miles—le digo
—No hay de qué, preciosa—me dice y abro la puerta de la camioneta.
—¿Qué, no me invitaras a pasar?—me dice
—No, no lo creo—contesto y me bajó de su camioneta pero escucho que él se baja también.
—Claro que me invitaras, se que quieres que entre—ruedo los ojos y camino hacia la puerta de mi casa.
—Eres insoportable.
—Lo sé–dice y se para frente a mi puerta obstaculizando mi paso—Ahora, si quieres entrar a tu casa tienes que dejarme entrar.
—Se que no te irás así que está bien, pasa—le digo
—Si tú insistes—me contesta
—Me caes mal Robertson.

Entramos y pase directo a la cocina buscando en la gaveta la caja de primeros auxilios, saco una venda, algodón y alcohol. Abro la botella y mojo el algodón para ponérmelo en las heridas, hago una mueca de dolor cuando siento el ardor, siento como los ojos de Miles están clavados en mi.
—¿Qué? ¿Nunca has visto a alguien curarse las heridas?
—Claro que si, pero nunca había visto a una chica limpiado sus heridas por lo fuerte que le pego a otra chica—dice y yo solo me río y continuó limpiándome—Déjame ayudarte.
—No, yo puedo sola—le digo porque no quiero.
—No seas terca, yo te curaré esas heridas—me dice viéndome a los ojos y quitándome el acohol y algodón de las manos.
Siento como si sus ojos pudieran ver hasta lo más oscuro de mi alma y sus palabras como si penetraran hasta mis huesos.

N/A
Actualice otra vez porque puedo😎🤘🏻
Hahaha, espero que les haya gustado, hasta el momento es uno de mis capítulos favoritos, hay mucha violencia.
Comenten y voten.
Nos leemos pronto.          xx

El infierno de Jo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora