Oscuras tentaciones

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Lenn se hallaba sudando helado en su humilde cama, la camisa se le pegaba al cuerpo y su oscuro pelo se le pegaba a las sienes.

la habitación en que se encontraba estaba iluminada únicamente por la luz que se filtraba por la ventana, el cuarto era pequeño, solo contenía un plasma, un cuarto de baño y un ropero. En la pared lateral derecha Lenn había logrado percibir movimiento, esa pared estaba cerca de la puerta de acceso al pequeño cuarto.

Alguien entró- fue lo primero que pensó Lenn

Antes siquiera de dejar la cama Lenn palpo si tenía su cuchillo en el bolsillo de sus shorts, en su bolsillo izquierdo noto el consuelo de la delgada hoja de plata contra la piel de sus dedos, concentró su mirada en un punto, sin pensarlo dos veces salto de la cama con un ágil movimiento en esa dirección y con un solo movimiento puso el cuchillo en la garganta del intruso.

-para lenn, soy yo- la voz de Bleer lo tranquilizó y bajo inmediatamente el arma- solo vine a ver que te pasaba, estabas gritando mucho, igual a la noche pasada- su voz dejaba ver la preocupación que Bleer sentía por el muchacho- ¿era la pesadilla?

lenn dio media vuelta y encendió la luz del cuarto.

-losiento no quería interrumpir tú sueño, si sigue siendo la misma pesadilla- dijo Lenn sin entusiasmo y frotandose la sudorosa sien.

-La misma- Bleer se había acercado a la cama y se había sentado, sonaba exasperada, llevaba puesto un pijama morado, que dejaba ver su ombligo y al mismo tiempo hacia resaltar su melena naranja, y su bello rostro, a Lenn siempre le había parecido una niña con esas maravillosas pecas suyas, pero sus ojos siempre lo maravillaban más ya que eran de un verde intenso.- tenemos que hacer algo con esas pesadillas no crees.

Lenn se había acercado al ropero buscando que ponerse para salir y cuando volteo a ver a la pequeña chica sentada en su cama, su rostro ansioso hizo que Lenn recordará el día en que la había conocido.

<<Hace no más de tres años, cuando Lenn vagaba por los callejones de Londres buscando señales de algún vampiro.

Esa noche hacia mucho frío y Lenn llevaba una chaqueta negra para mantener el calor de su cuerpo, y dentro de la chaqueta iba escondida la daga favorita de Lenn, con su fina hoja lista para cortar cualquier cuello con un solo movimiento.

Lenn ya había dado millones de vueltas a los callejones londinenses sin encontrar nada en dos horas, la luna ya se encontraba en su punto más alto y la temperatura había bajado drásticamente a tal punto que el aliento de Lenn se congelaba frente a sus narices.

Un olor rancio impregnaba el aire, el olor probablemente vendría del Támesis, era totalmente desagradable como basura mezclado con el hedor del petróleo y sobreponiendose a ese olor un fuerte olor metálico.

Lenn llevaba gacha la cabeza y contemplaba su rostro en cada triste charco que encontraba en el frío pavimento de las calles de Londres, en cada charco solo enfocaba un rasgo de su cara, el rasgo que dolía a pesar de los años.

Por el párpado derecho Lenn tenía una cicatriz, la había obtenido el día de la muerte de su padre cuando el vampiro escapaba no sin dejarle un recuerdo antes de marcharse, el vampiro habia pasado su garra cerca del ojo derecho del muchacho rasgandole el párpado y la ceja terminando cerca de la mejilla. Esa era la marca de vergüenza que Lenn llevaría consigo toda su vida, era la demostración vivida de su cobardía.

Se había ensimismado en el recuerdo de su cicatriz que no se había percatado de que acababa de entrar en los edificios de la zona empresarial londinense, su fama no era sólo cuento, eran los edificios más grandes en todo Londres y su color gris dejaba ver la falta de vida en ellos, esos edificios estaban muy cerca del Támesis, eso explicaba el fuerte olor rancio en el aire.

El cazador de la lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora