Hoy voy a despedirte porque si no lo hago ahora, jamás lo haré.
Eres la persona que con más fuerza quiero, pese a todo. No sé si eres a la que más quiero, pero está claro que sí eres la persona que más he llegado a querer.
Es cierto que tienes un millón de defectos, y que hace tiempo te tuve que decir adiós porque no soportaba hacerte más daño.
Y al igual que eres la persona que más ha esperado siempre de mí, eres la persona que más me querrá siempre. A mí se me da bien amar a todo el mundo, menos a ti, porque el amor que sentía hacia ti era tan potente que sólo me destrozaba. No es explicable.
Hay tantas cosas que no lo son.
Una vez escuché que el amor de una madre hacia un hijo sólo crece hasta el día que ésta se muere. Y que el del hijo sólo disminuye.
Pero nuestro amor será paralelo hasta que yo muera. Y hasta que tú lo hagas.
Sólo de pensar en un segundo tuyo de dolor, dejaría que el universo me entregase todo el mal del mundo para liberarte de eso.
Pero esas cosas no se pueden hacer, y si de algo me arrepiento, es de todo el dolor que te he causado.
Hubo muchas cosas sobre las que o bien no pude o bien no quise madurar. Una de ellas (no sé si no quise o no pude, a ser sinceros) fue dejar de quererte.
Sé que hay gente que consigue insensibilizarse para siempre, que dejan sus sentimientos junto a la ropa interior y nunca los vuelven a utilizar, y no sé si los admiro o me asustan.
El caso es que siempre que me has dado un beso en la frente, y me has abrazado de manera espontánea porque sabías que nos acabaríamos porque no se pueden enjaular a las personas como yo sin que mueran, siempre que lo has hecho se me han saltado las lágrimas. Quizá es porque nunca me he sentido merecedor de un amor tan enorme y real, y quizá es porque si creo en la eternidad de algo sencillo era de tu amor.
Quizá es porque eres la cosa más frágil para mí que ha existido, siendo una persona fuerte tú.
Mi felicidad es egoísta, pese a lo que parezca, porque yo nunca podría haber permanecido a tu lado. Somos tan parecidos; tan diferentes.
Y no importa lo que diga sobre ello, jamás nadie sabrá con cuánta fuerza te he querido.
Muchas veces he deseado que no me amaras, porque sé que darías tu vida por mí, pasase lo que pasase. Porque siempre has antepuesto tu amor a todo lo demás. Eso es lo que te hace especial.
De todas maneras, siempre me has hecho reír y siempre me has hecho sentir tan querido que me ha dado miedo, e incluso me ha hecho daño. Tanto amor sentido llegó a ser algo agresivo.
Por eso y por mi imposibilidad de no hacerte daño, me fui.
No importa de qué hablásemos o qué hiciéramos. Hoy esas cosas no importan porque es más duro que eso.
No daré detalles porque para ser bien expresado debería componerse una ópera, y yo soy muy mediocre.
No puedo vivir contigo, pero sin ti moriría.
Hoy está lloviendo, y sé que para cuando yo me vaya y jamás vuelva de tus brazos morirá esa parte de ti, y de mí.
Tus manos siempre frías me tocan la cara y ya no hablan, lloran, lloras.
Tú no me entiendes, pero no importa, porque no puede hacerlo.
Los rayos atacan mi pecho y sé que si siento tanto es por ti.
Por eso no te doy las gracias, ni te culpo. Porque sé que lo que me has dado es algo magnífico. No es ni un regalo, ni un don, ni una condena. Es la cosa con más sentido del mundo. Sentir las cosas así, poder pensar así... Duele. Mata. Pero también es lo que me mantiene vivo. Me has dado algo inefable.
Inefable, en toda su plenitud. Trasciende más allá de toda palabra pronunciable.
Así que, dejando eso aparte, te quiero. La cafetera está encendida pero no hace ruido. Son las tres de la mañana cuando decido irme para siempre. Te has quedado dormida y te pongo una manta encima. Afuera sigue lloviendo, y antes de irme, te beso la frente, y una lágrima mía cae sobre ésta.
Mi humanidad te la debo a ti.
Todo es por ti.
Nací como un niño y para ti siempre lo seré. Y tú para mí siempre serás la persona que más me ha querido. Por eso te agradezco de manera eterna.
La última imagen que veo de ti es la de el contorno de tu cabecita bajo la luz de la luna y de los botones de la cafetera.
No te digo adiós. Antes de cerrar la puerta digo "buenas noches, mamá".
Es lo último que existe.
Sobran las palabras.
Buenas noches, mamá. Que sueñes con los angelitos.
Es lo mínimo que te mereces.
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Kostenlos.
RandomNunca pude atender a razones. Nunca llegué a entender nada del todo.