Después de haber pasado todo un verano encerrado en casa, tocaba la vuelta a la rutina.
No hace falta que diga lo que me costo madrugar esa mañana..
¿Y todo para qué?
Para que te depriman más de lo que ya venías de por si.
No me hizo falta ni entrar por la puerta para escuchar el escándalo que se estaba montando dentro. Me dieron ganas de darme la vuelta y marcharme, pero hice de tripas corazón y me decidí a entrar. Nada más cruzar la puerta ya veía a la gente desperdigada por la clase, las chicas dándose abrazos y demás y los chicos amontonados en una esquina mirando al techo. Derrepente la gente giro descaradamente la cabeza para mirarme, poniendo cara de asco. Yo alucinado simplemente me límite a sentarme en mi sitio, a abrir un cuaderno de dibujo y a meterme en mi mundo lleno de pensamientos e ideas que jamás nadie llegaría ha entender..