Capitulo I - Su Mirada

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Su mirada era fija, recia, aquellos ojos marrones miel, cuando la luz les daba era lo mas parecido al color de la felicidad, como no la conocía puedo asumir que era así, así fue nuestra primera cita, solo miradas a travez de una cámara, lo mas cómico es que recuerdo haber creído que no era de mi país, pero que casualidad; cientos de users y ella estaba aquí, en la capital, a cientos de kilómetros pero en la misma frontera, genial ¿no? Para mi si, cuando por fin hablamos de otros temas que no eran respecto a nuestra vida cotidiana ya se hacían las 2 am, menuda sonrisa había en su rostro y ni decir el mío, 5 horas sonriéndole a una cámara hizo que los músculos de mi mandíbula se acalambraran, ya parecía una sonrisa congelada, pero no lo iba a dejar de hacer ¿por qué? Es simple: me dijo que tenía una hermosa sonrisa, si lo dejaba de hacer podía perder mi oportunidad, bueno; al menos eso creía yo

- ¿Tienes clases mañana? - me pregunto

-No - asentí con la cabeza.

Sabía que si le decía que si (que era la verdad) propondría ir a dormir y yo sinceramente no quería dejar de hablarle pero tarde o temprano pasaría.

· Unas cuantas palabras mas, quizá unas cientos de oraciones después pasadas las 3 y 30 de la madrugada llego la hora de despedirse, no queríamos, sinceramente digo no queríamos por que se le notaba en su manera de responderme, sentí esa vibra de serle agradable, llegue a pensar que sentía lo mismo que yo, pero que va, toco despedirse, así que lo último que nos dijimos fue unos:

- Buenas noches.

- Buenas noches

No podía hacerme más el fuerte puesto que al otro día tenía examen de matemáticas.

Estaba yo cursando el 4to año de bachillerato en un liceo público de mi ciudad natal, tenia que caminar alrededor de 11 cuadras todas las mañanas para llegar a él, hacerme de esto una idea era fatigarme faltando solo 2 horas para levantarme.

Esa mañana siguiente fue una pesadilla despertar, los ojos me picaban, ardían y poco podía mantenerlos abiertos, pero al fin logre hacerlo, me di un baño, me vestí, salude a mis padres y con su bendición partí hacia el liceo, tropecé unas cuantas calzadas pero al fin llegue, no mentiré diciendo que tenía una cara de enamorado, mi cara reflejaba todo lo contrario a amor, parecía que no hubiese dormido por tres días, obviamente los pocos amigos que tenia me preguntaban al respecto,

-¿Por qué tienes esa cara Manuel?

- Tenia trabajo - respondí, mintiéndoles.

La verdad no trabajaba, mis padres me daban lo que podían darme, ayudaban y eso me era suficiente, no soy un chico de lujos, nunca los tuve y no es por eso por lo que sigo luchando.

La mañana transcurrió con ciertos <<sueñazos>> de uno o dos minutos en el aula de clases, aunque no quería pensar en aquella sonrisa y esos ojazos marrones; su imagen me llegaba cada cierto tiempo robándome una mínima sonrisa dirigida hacia el vacío.

Entre las palabras de la profesora de castellano y los números del examen de matemáticas (que por cierto reprobé) se hizo el medio día, ya era hora de caminar las 11 cuadras de regreso a mi casa, pero esta vez había dos factores que me mantenía bien despierto, el inclemente sol del medio día (en serio, podía echarme un huevo de gallina en la cabeza y este se iba a cocinar) y que no podía esperar que se hiciera de noche para otra vez volver a ver esa sonrisa por la pantalla de mi ordenador

Todo esto se me pasó cuando llegue a casa, a penas alcance a saludar a mis padres, comí el almuerzo, fui a mi habitación y caí como un bloque en la cama, me levante alrededor de las 5 o 6 de la tarde.

El Día Después De Haberte ConocidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora