Yo he estado con alguien más, al igual que ella. Ambos lo sabemos y no hay nada que reclamar porque ninguno está libre de culpa, pero sé que yo soy más culpable que ella. Sé que sus infidelidades no han significado nada, que sólo lo ha hecho para buscar la atención que no le he dado cuando me hablaba de sus tonterías, que de hecho eran muy importantes para ella y que cuando las decía su mirada se iluminaba y aparecía una sonrisa en su rostro; y probablemente aún no ha encontrado a alguien lo suficientemente poco superficial que le haga pensar que ha valido la pena confiarle sus tonterías. Sé que sólo quería que alguien le dijera lo que yo nunca pude, como lo hermosa que se veía sin maquillaje o lo perfecto que es su cuerpo desnudo y que no me importa en absoluto esa pequeña cicatriz en su abdomen que le gusta esconder, ni las escasas libras que ha ganado y que para ella parecen kilos. Sé que incluso está esperando que la enfrente para sentir que me importa y demostrarle que vale la pena luchar por ella, quizá quiere que la cele para saber que sí me afecta imaginarla con otro hombre y que no hay nada que me duela o moleste más. Creo que al fin logro comprender lo que ha esperado de mí durante estos dos años, al fin logro descifrar el complejo enigma que la compone. Lamentablemente, dotamos el orgullo necesario para pretender que no sucede nada, quizá por miedo a la decepción o simplemente por cobardía.
Admito que no es excusa decir que le he sido infiel porque extraño la mujer que era, pero puedo decir que al igual que sus infidelidades, las mías tampoco significaron nada porque al final de cada una de ellas regresábamos al lado del otro, en esa habitación sombría y nostálgica, sabiendo que no nos podemos reemplazar.
No entiendo por qué alguien como ella se ha fijado en un tipo tan opuesto a ella, sabiendo que yo nunca seré lo que ella quiere; no soy artístico, ni aventurero, ni espontáneo, pero en verdad disfruto verla a ella serlo y quiero agradecerle por desorganizar mi vida porque era necesario para que comenzara a disfrutarla. Me gusta quien soy, pero debo de admitir que antes de conocerla no recuerdo haber reído tan fuerte como lo hice estando con ella o haber saboreado tanto una comida sin importar si era algo extravagante o tan cotidiano, o haber pasado veinte minutos sólo admirando un atardecer, sin decir nada y sin pensar en nada. Solía pasar por desapercibido la sencillez y pensaba que debía tener todo bajo control para poder disfrutar cada momento, sentirme seguro, pero lo cierto es que no sabía lo que era disfrutar, relajarme o incluso vivir.
Se ha quedado a mi lado sin importar cuantas veces la he decepcionado, le gustan los retos y sin duda yo he sido el más grande por ser alguien tan aburrido, frío, insípido, maniático y rígido, pero creo que lo que en verdad la hacía quedarse era saber que algún día dejaría de ser esa persona y efectivamente cada día se disipaba un poco más la imagen del que era antes. Ella tampoco es perfecta, lo sé, todos tenemos defectos, pero ella es de esas personas que no dejan que sus defectos pesen más que sus virtudes o al menos para mí lo es. Lo único que me faltaba era ablandar mi áspero corazón para decirle todo aquello que nunca he podido y que en realidad me cuesta identificar, es decir, aún estoy digiriendo el hecho de estar enamorado, no logro entenderlo, no lo tenía planeado ni deseaba hacerlo, no había espacio para eso en mi organización perfecta. Necesito paciencia, paciencia, paciencia. Es un proceso, paulatinamente me he desprendido de mi obsesión y mis manías, mi frialdad e indifencia. Siento que soy alguien nuevo y quiero compartirlo con ella.
Pero ahora ella corta las rodajas de fruta justo como me gusta, coloca su cepillo de dientes donde se lo había asignado, organiza su ropa según un patrón, me avisa anticipadamente cada plan que hará. Cuando habla ya no brilla, ahora es fría, aburrida, como si hubiese muerto. Yo la mate...
Escucho ruidos en nuestra habitación. Parece el sonido de la cremallera de su vieja maleta -es tan vieja que rechina muy feo, pero la conserva por algún valor sentimental que ahora no recuerdo- y el sonido estridente del armario al abrirse y cerrarse. Pronto se irá, seguramente ya ha empacado todo. No quiero que se vaya, sólo necesito cinco minutos, es todo lo que necesito, ella esperará ahí cinco minutos porque al igual que yo sabe que todo puede pasar en ese lapso de tiempo. Desde ser cobarde y dejarla irse decepcionada, hasta decirle lo que ha estado esperando escuchar.
FIN

ESTÁS LEYENDO
Cinco minutos
Short Story"Cuántas cosas podían pasar en cinco minutos, cuán preciados pueden ser cinco minutos; ganar o perder un juego de la NBA, quedar en bancarrota o ser millonario, un beso, un golpe, una muerte, un nacimiento, tantas posibilidades realmente infinitas."