| Capítulo 1 |

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Dos años después...

Deslizó la yema de sus dedos sobre su piel

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Deslizó la yema de sus dedos sobre su piel. Era tersa y demasiado resbaladiza a causa del sudor.

Ejerció presión sobre su cadera para acelerar el ritmo.

¡Maldición! La necesitaba con desespero. No se saciaba de ella.

Ella recargo ambas manos en su pecho siguiendo aquel ritmo de caderas sobre él que les hacía perder la cordura.

Jadeaba ante cada embestida. Miró a Jung Min mordiéndose el labio inferior al sentir la proximidad del clímax.

- ¡Más Jung Min! - pidió jadeante. - ¡Oh Dios! Sí, así. - manifestó al sentir su miembro hasta lo más profundo de su ser, entraba y salia sin piedad.

Eso deseaba, ser poseída por él de manera salvaje y sin control alguno.

-¡Ah! - Fue el grito que salio de sus labios al sentir el orgasmo llegar a ella. Pero el no había llegado aún así que con las pocas energías que tenía recargo ambas manos en su pecho, subió y bajo las caderas incesante hasta ver su rostro contraído, el orgasmo llegaría pronto.

Jung Min mantenía el ritmo de sus penetraciones colocando ambas manos sobre su cadera.

Desde que estaban juntos no había nada que les detuviera, en medio del bosque sus gritos de lujuria no molestarían a nadie. Por eso había elegido ese lugar, lejano de toda persona y ruidos innecesarios.

Le excitaba la manera en que ella le pedía más mentalmente. Sus pensamientos eran casi incoherentes, pero con imágenes claras de lo que deseaba. Lo que alimentaba su ego y le hacía desear más de ella.

- ¿Te gusta? - Articulo ella entre jadeos mordiéndose el labio inferior.

Le había entregado el control a él. Abrió los ojos mientras una sonrisa perversa se asomaba en la comisura de sus perfectos labios.

Miro a su Ángel a los ojos y deslizo con lentitud sus propias manos por su abdomen hasta llegar a sus pechos. Dio leves tirones a su pezón aumentando el placer. Acaricio sus pechos frente a él y descendió una mano hasta llegar a su propia intimidad. Busco aquel punto donde el placer absoluto le haría estar en el cielo a ambos.

Aunque sabía perfectamente que solo era una frase. Como ser humano ya le era imposible morir e ir al cielo. Estaba con el Ángel de la Muerte, se entregaba con lujuria y pasión desenfrenada. Había pecado en muchas cosas y una de ellas era haberse enamorado de él.

Pero no importaba, si el precio que tenía que pagar era morir y no ir al cielo, aceptaba el precio. No importaban las consecuencias. Porque le amaba y no podría amar a nadie más que no fuera él. Solo él. Su Ángel perverso y endemoniadamente atractivo.

Jung Min le vio darse placer a si misma con sus manos. La lujuria creció en su interior.

¡Maldición! esa mujer era una tentación. Una maldita adicción para él.

Ángel de la Muerte 🔞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora