todo por un algodón de azúcar

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Poco a poco mi hermano me fue dejando y ya no andaba conmigo, preferia andar con sus amigos. Desde ahí en adelante mi mamá fue mi compañera, ya tenia cuatro años, me habia vuelto una niña pechichona e insoportable cuando deseaba algo. Cuando salíamos a alguna parte, por ejemplo a la plaza del pueblo, me gustaba montarme en el brinca, brinca o comer algodones de azúcar, realmente eran deliciosos. Pero lo malo era cuando se acababa la plata y no podía seguir montada en el juego o no había plata para ningún algodón, me ponía a llorar con un llanto espantoso que podía perturbar cualquier oido, también a patalear,quitándome los zapatos, me tiraba en el suelo, y me desordenaba el cabello, supongo que mi mamá paso mucha pena conmigo,la señora de los helados me decía:

- niña ya quedese quieta, si por tu mamá fuera, te dejara montada toda la noche ahí, pero ya se acabó la plata.

Yo me quedaba llorando y me iba rabiosa para mi casa.
pero mi mama me jalaba, me ponía los zapatos con rabia, se quitaba la chancleta y me pegaba.

Subíamos la loma de vuelta a casa al anochecer. Mi mamá me observaba desde lejos caminando en aquellas calles de arena, mi vestido totalmente sucio, mi cabello despeinado y mis cejas fruncidas.
Quizá mi mamá, no tenia para darme todo lo que quería, yo a esa edad no podía entender eso. Lo quería todo.

Mi actitud con mi papá también fue la misma. A pocos días de llegar la Navidad me llevaba al centro de la ciudad, allí me enamoraba de cualquier juguete. Mas que todo eran muñecas grandes y hermosas (mas grande que yo) pero, cuando él preguntaba cuanto costaba, no me compraba nada.

-Niña eso está muy caro y no me alcanza-.

-No me importa- respondía con la voz entrecortada.

-mas adelante hay muñecas mas bonitas-.

-Nombe papi, yo quiero esa, compramela- le decía rogando.

Si, habían muñecas muy lindas, pero costaban hasta mas que esa,en fin, que le hacía el mismo espectáculo. (Ponía mi cara amargada,quería tirarme en el piso pero ese suelo estaba muy sucio).

Aquel día me compro dos muñecas pequeñas,más o menos de 12 cm, tenían vestidos de boda y un paquete de moñitas.
Cuando llegué a la casa me puse a jugar y volvió aquel rostro de tierna alegría.

El amor que cambio mi vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora