Llegó a mi casa, por fin. Me tiemblan las manos del frío, por lo que me es complicado meter la llave en la cerradura de la puerta principal. Al tercer intento al fin lo consigo, me quitó los zapatos y los pongo a un lado antes de entrar. El olor a anís de mi hogar se me hace presente nada más poner un pie en el suelo de madera tapizada de la entrada.
Miro para un lado, donde esta ubicado el salón, las luces están apagadas y no se oye nada, solamente el silencio reinando en toda la planta baja.
Me hago una pequeña hipótesis; Harry debe de estar enfadado, por lo tanto se iría a casa de su hermana o a casa de alguno de los chicos.
Subo las escaleras para ir a mi habitación, me invaden las ganas por ponerme mi pijama y dormir de una santa vez.
Llegó a la puerta y la abro con cuidado, me adentro de espaldas a la habitación cerrando la puerta de nuevo con cuidado. Cuando me doy la vuelta veo la silueta de Harry pegada a mi, me echó atrás por acto reflejó y ahogó un pequeño grito del susto.
El simplemente se dedica a reír.
- Arianna, ¿acaso te acabo de dar un susto? - dice riendose de mi reacción. Ruedo los ojos, no me gusta cuando se ríe de mi.
- Harry Styles ¿acaso te importa? - contraataco. Me siento muy incomoda y muy segura al mismo tiempo. Harry no se acordó de llamarme ni mandarme un mensaje mientras que yo me estuve comiendo la cabeza todo el día.
Como ya dije antes; podía haberme llamado, no le suponía nada.
El hace una mueca de confusión mientras se pasa una mano por el pelo. Nervioso.
- ¿Que? - dice haciendo una mueca rara con los labios. Me encanta cuando hace eso. Oh Harry.
- Venga ya Harry - digo por su contestación, como si el no lo supiera - sigue así. Nuestra relación se está llendo a la mierda y si seguimos así, creo que no aguantaremos mucho juntos - noto como se me acumulan las lágrimas. Me dolia decir esto. Hago mi mejor intento por no ponerme débil delante de él, ahora no. En verdad, no me imagino una vida sin Harry.
- Ari, no quiero estar mal contigo - noto en sus ojos el dolor.
- ¿Crees que yo si Harry? ¿Crees que tengo ganas de estar mal contigo las 24 horas del día? - una lágrima resbala por mi mejilla, cayendo sobre el suelo de nuestra habitación.
Harry
Me duele en lo más profundo. Tengo ganas de llorar, más no lo hago. Tengo ganas de decirle mil cosas y tampoco lo hago. Me invanden las ganas por tirarme encima de ella y besarla, pero, el miedo me invade a hacerlo. Me da miedo su reacción.
Antes me encantaba besarla cada vez que podía. Ahora todo cambio, si la beso cuando quiero puede haber consecuencias.
- Ari... yo - me siento débil, sin ganas de nada. Sin fuerzas.
- Soy demasiado buena para ti - dice, con cara de odio.
Su mirada lo dice todo.
Esas palabras fueron las gotas que derribaron el vaso de agua. Cayeron profundas dentro de mi. Me empiezan a caer las lágrimas, sin embargo, esta vez no me importa.
- Yo puedo ser bueno para ti, Ari -
- Esas cosas son fáciles de decir, pero no de hacer - dice, cayendole otra lágrima.
- ¿Y que me intentas decir con todo esto? - Le pregunto, no queriendo saber la respuesta.
- No lo se ni yo - suspiro aliviado.
- Empecemos de nuevo - Le cojo su pequeña y fragil mano y la aprieto, impidiendo que se vaya.
- ¿Tu crees que se puede empezar ahora de 0, a estas alturas? - susurra mientras hace el mejor intento de quitar su mano de la mía. Más no lo consigue.
- Si es la única solución de que vuelvas a estar a mi lado como antes, si - digo seguro.
Ella me mira, noto dolor y rabia en sus ojos. Se que le hice daño, se que discutimos, que no fui el novio que ella quería.
Pero tambien sé que la hice reir, le robe sonrisas, besos, abrazos. La console, estuve ahi para ella siempre. Lloro sobre mi hombro mientras le susurraba que todo iba a ir bien. Baile con ella, hice el amor mil veces. Y lo más importante; le dije que la amaba. Y asi es, la amo y la amaré por siempre.