Capítulo 1

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Esa noche había dormido en casa de Andrew. Su piso era sorprendentemente grande, y de vez en cuando dormía en una de las habitaciones. Me hacía sentirme mejor.

No tenía muchas ganas de hacer nada. Cogí una sudadera roja y unos vaqueros negros que tenía allí de otras noches pasadas en su casa y me vestí rápidamente, quitandome el pijama que me había prestado mi amigo. Realmente, el hacía mucho por mí. Era el mejor amigo que hubiera podido tener.

Mis ojos se deslizaron al reflejo del espejo alli colgado. Un joven de pelo castaño y ojos de un profundo azul me devolvió la mirada.

No me gustaba mucho mi cara. Pero esa mañana, parecía que tenía menos ojeras. Parecía estar mas vivo. Parecía que todo iba a salir bien por una vez.

El segundo John me dedicó una sonrisa y salí de la habitación, caminando hacia la cocina, con el olor a tostadas recien hechas inundando mi cuerpo.

Andrew me revolvió el pelo y me dio los buenos días. Yo simplemente deje caer mi cuerpo sobre una de las sillas, no sin antes contestarle a su saludo.

- ¿Qué tal has dormido?

- De put... Genial. -me interrumpí en plena grosería y desvié mi mirada al plato de tostadas que me estaba entregando Andy.

El rubio echó a reir mientras yo empezaba a mordisquear mi desayuno. Mis mejillas estaban rojas de vergüenza, pero decidí olvidarme de eso y centrarme en el sabor de mi mermelada favorita.

Andrew se levantó de la mesa y regresó despues con nuestras mochilas, la suya ya puesta en sus hombros y la mia cogida en la mano y vuelta a dejar marginada en la esquina de la estancia.

Tomé el ultimo trozo de pan que quedaba y cogí mi "equipaje" con algo de dificultad por su peso. Cogí a mi amigo de la mano, como desde siempre, y salimos de su casa con un paso algo lento, ya que no queríamos llegar a clases, aunque sabíamos que si tardabamos demasiado sería aún peor.

Acabamos en la puerta del edificio blanco y bastante luminoso en el que atendíamos clases, y él se despidió de mí perdiéndose entre la avalancha de estudiantes acariciándome la mejilla como despedida.

Por lo menos, algunas de mis clases eran interesantes. Estaba en el bachillerato de Artes, y he de decir que no me disgustaba mucho estudiar si era esto.

Pero, en realidad, sí que había un problema.

- ¡Eh, mariquita!

Mierda. Giré mi cabeza a la fuente de aquella voz, a punto de salir corriendo.

Básicamente, me esperaba lo mismo de todos los días.

Aquel chico me agarró del cuello de la sudadera, impidiendo que pudiera escapar.

- ¡Sueltame! -grité con ojos llorosos. Todos nos miraban, pero nadie movió ni un dedo. No les importaba.

- Callate.

Mi mejilla se tiñó de un rojo intenso al rápido contacto con su mano. Cerré los ojos, llorando de manera penosa, para que aquel gilipollas me tirara al suelo a continuación. Me odiaba.

Ya le conocía demasiado bien. Él era la fuente de muchos de mis problemas. Todos los días acababa igual, se había convertido en rutina. Un instituto entero pasando del hecho de que me insultaran, de que me destruyeran, fijandose más en sus fiestas los fines de semana. Eran todos idiotas.

Eché a correr hacia mi clase. Me la soplaba qué pensarían de mi, me daba igual ya.

Entonces, un brazo me sujetó al pasar por delante de cierta persona. Una chica de tez morena y pelo de un rojo oscuro, muy intenso. Mi amiga Ashleen.

Rosas pisoteadas. (Yaoi/Gay)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora