Soledad

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Y me di cuenta de que estaba realmente sola el día en que la melindrosa lluvia se deslizaba por mi cabello hasta caer en mi piel, mojando los sentimientos de esperanza y arrugándolo como papel que es mojado.
Lo note cuándo el cielo se cubría de estrellas, pero ellas me daban la espalda al notar mi presencia.

Soledad tengo frío, no mojes más la única esperanza que ha de fenecer si sigues llenando de decepciones mi mefítica piel.

Llegas con un purulento semblante a mi umbral, y con la espalda erguida comienzas a tocar, uno, dos, tres golpes secos a la puerta de un hogar, donde se encuentra el cadáver de la mujer que he de amar.

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