Capítulo 1.

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Miércoles, veintidós de octubre. Un gran día para no hacer nada. Hoy no "trabajaba". Y digo " trabajaba " por que realmente no necesitaba ese trabajo. Trabajaba como secretaria de la directora de la revista de moda "Cantris Coutres" . Literalmente no trabajaba por falta de dinero. Mis padres eran ricos, y cada vez que pasaba un apuro ellos rápidamente me ayudaban.

Hoy había quedado con Bryan, mí novio. Tenía un presentimiento de que me iba a pedir ser su esposa y... Eso me parecía estupendo. Pero en unos años. ¡Tan solo tenía veinte años! Pero era eso. Un presentimiento.

Llegué a la cafetería que había quedado con Bryan. Él me esperaba sonriente.

- Hola, amor.- me besó.
- Hola, Bry.- le correspondí.
- ¿Qué tal?.
- Un día extremadamente aburrido... ¿y tú?.

Nos interrumpió la mesera.

- Perdonen, ¿qué desean tomar?.
- Mmm, pues yo un capuchino.
- Que sean dos.- agregó Bryan.- Pues mi día ha sido agotador.

Bryan era abogado. El manejaba casos de divorcios y homicidios.

Pasamos charlando el resto de tarde. Luego nos despedimos, me dijo qué tenía que ir a casa a por una cosa, que nos veríamos a la hora de cenar.

Os voy a contar un poco de mí. Me llamo Rachel, tengo veinte años. Trabajo como secretaria. Mi novio es Bryan. Tengo dos mejores amigas. Ellas son Allie y Ann.

Un miércoles aburrido. Sí. Decidí invitar a Allie a mi casa.

- ¿Entonces? ¿Crees que te va a pedir que seas su esposa?.- me preguntó Allie tapándose con la manta.
- No lo sé...- me humedecí los labios.- Tengo mis dudas.
- ¡Pues yo creo que sí! Voy a ser dama de honor... ¡Qué ilusión!.
- Hey, para el carro... ¿quién te dijo que tú fueses a ser dama de honor?.
- ¿Pero voy a serlo, cierto?.- preguntó apenada.

Me reí.

- ¡Idiota! Claro que si.- la dije.
- Sabes que quiero...
- A ver, impresioname.
- ¿Te acuerdas aquel día que fuimos al centro comercial a comprar el regalo a mí madre.?
- Ajá.
- ¿Te acuerdas de que tengo la boda de mi primo Eduard el sábado?
- Sí.
- ¿Pues sabes qué?.
- Sí. No tienes vestido. Y quieres comprar el dorado que vimos en la tienda aquella.
- ¿Cómo lo sabes?
- Allie ... Eres mi mejor amiga desde que tengo memoria. Te conozco demasiado.

Rió.

- Pero.- agregué.- ¿Vamos a ir de compras no es cierto? Pues no tengo apenas dinero suelto.
- Te puedo prestar.
- Sabes que no necesito que me prestes.
- ¿Entonces?.
- Antes de ir, pasamos por el banco.
- Estupendo.

Nos pusimos a ver la televisión.

- ¡Ral! ¡Ral! ¡Rachel joder!.- me despertó mi amiga.
- ¿Qué coño quieres?.
- Solo era para decirte que se nos está haciendo tarde.
- Cinco minutos más, mamá.
- ¡Levántate ya!.- gritó mi amiga.- ¡Y quítate el chandal por dios!.
- ¿Te molesta mi chandal?.- reí.
- No. Pero no voy a dejar que vayas así.
- Que te den.- me dirigí a mi habitacion.

Me puse unos vaqueros de tiro alto negros, con una blusa negra con flores y mis vans con plataforma negras. Me hice una coleta.

- Puto mechón.- me quejé al ver un mechón de los de delante que no me llegaba a la coleta.

Me pinté mis labios rojo pasión y me perfumé con un poco de "Lady rebel"

- ¿Mejor?.- le pregunté a mi amiga.
- Sí, nena.
- Idiota.

Dos minutos más tarde estábamos en el coche de Allie.

- ¡Hacéis una jodida pareja perfecta!.- dijo mi amiga.
- No joder.- reí.
- Ojalá tuviera yo alguien con Bryan...
- Tía ¡es tu jodido hermano!.- me reí.
- ¡Ya! Pero a él no. Él me da asco.

Reí.

Llegamos al banco.

- Ral, yo paso de ir ahí ahora.- dijo al ver que todo lo de fuera estaba rodeado con varias motos.
- Tía, que no pasa nada. Fijo que son algunos motoristas que las han dejado ahí.
- No sé, no me fío un pelo.
- Tranquila.- reí.- No va a pasar nada.

Bajamos del coche. Nos dirigimos al banco.

¿Por qué mierda no creí a Allie? En un abrir y cerrar de ojos, alguien me atrapó y me tapó la boca. Giré todo lo que pude y vi a mi amiga en la misma posición que yo. Me lanzaba miradas de ¡te lo dije!.

Me metí en la situación. La gente estaba arrodillada en el suelo. Alguien, mejor dicho, otro de los atracadores que estaba más adelante estaba diciendo algo, pero no lograba entender el qué.

Mordí la mano que me estaba dificultando el habla.

- Nena, por tu bien no hagas eso.- dijo. Dios ¡solo me llama nena Bryan!

Dirigí una mirada a Allie. Luego la bajé a las partes genitales del que estaba sujetandola y repetí la acción y ella me entendió. Pusimos las manos en puños y golpeamos sus partes. En ese momento comenzó a sonar la alarma.

Allie y yo comenzamos a correr junto con gritos.

- Cógela.- oí que gritaba alguien.

De repente, volví a estar en los brazos anteriores. Me montaron en la moto. Ví que a Allie también.

- Esto os pasa por malas.- dijo arrancando la moto a toda velocidad, pillándome desprevenida.
- ¡Lo siento señor! ¡Por favor, déjenos aquí!.- grité agarrándome más a su cuerpo.

Dios, que cuerpo.

RACHEL TU AMAS A BRYAN.

- ¿Estas de broma?.- me contestó.
- No.- susurré. Quería que no oyese que estaba llorando.

Media hora más tarde llegamos a una casa entre el bosque. Que bien.

Nos obligaron a bajarnos.

- Venimos de buenas familias. Cuando se enteren de que nos habéis secuestrado, os meteran en la cárcel.
- ¿Y crees que nos importa?.; respondió el que me secuestró. Llamemosle x.

Venga, y al que cogió a Allie z.

Allie corrió hacia mí. X y z estaban hablando.

- ¡Te lo dije!.- me susurró/gritó.
- ¡Lo siento dios!. No tengo nada de cobertura.- me quejé.
- ¡Yo dejé el móvil en el coche!.
- ¿Dónde nos hemos metido? Está bien. A la de tres corremos. Una, dos, ¡y tres! ¡Corre!.

Comenzamos a correr pero yo me tropecé con una rama y caí de morro al suelo.

- ¡Corre Ral!.
- ¡No puedo! ¡Creo que me he torcido el tobillo!
- ¿En serio? ¿Creíais poder huir de nosotros?
- No, es que... Estábamos haciendo futing.- dijo mi amiga. Gilipollas.

X y z se habían quitado el pasamontañas. Ahora eran dos chicos de unos veintidós años.

Me intenté levantar pero volví a caer de culo al suelo, con un gemido de dolor. El pie me estaba matando.

Allie me miró. Ellos me miraban. El rubio, o sea z, le hizo una seña a x quién rodó los ojos y se acercó a mí. Me dió una mirada rápida. Sus ojos marrones oscuro colapsaban con los míos verdes pistacho.

Me cargó con cuidado y me empezó a llevar hacia la casa.

- ¿cuándo nos dejaréis volver?.- preguntó Allie.
- Cuando dejen de buscarnos.- respondió el pelinegro.
- ¡Morena! ¿Te duele mucho?.- dijo z.

En respuesta, le enseñé mi dedo corazón.

Bad Boy.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora