Me enamoré de sus ganas de estar conmigo, pero también de su orgullo, porque cuando decía que iba a perderme del todo, se lo tragaba.
Que inocente, si era yo el que perdía el culo por ella. Joder, me gustaba. Me gustaba cuando rodeaba mi cuello con sus manos y jugaba a estar a dos centímetros de mi boca,
pero si besarme, solo para ver quien aguantaba más sin hacerlo.
De sus prisas, de las ganas de tenerlo todo bajo
control siempre, y de la voz que ponía cuando le desmontaba todos sus planes, como si volviese a tener 5 años.
De su vergüenza y de lo nerviosa que se ponía a la mínima. De cómo temblaba,
de cómo era capaz de calmarme. Me enamoré.
Me enamoré de su sonrisa
y de la manera en que sonreía,
por muy fea que dijera que estaba cuando lo hacía. Nunca se lo he dicho, pero aún hay veces que me acuerdo de su risa y la extraño.
Por eso y sus 'te quiero' que tanto le cuesta decir, ¿es que no lo entiendes? Me enamoré de cómo era, de como hacia lo mismo que todo el mundo y a la vez conseguía ser diferente, no se.
Su forma de quererme.
Que ella creía que no me daba cuenta pero se que me quería,
por mucho que le costase demostrarlo.
La quería,
con sus más y con sus menos,
con sus idas y venidas
