Parte III

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Todo iba bien, fue una apacible y tranquila noche; o al menos había toda la tranquilidad que cabe esperar de un grupo de adolescentes graduados, con las hormonas alborotadas, que disponían de botellas de alcohol de contrabando rondando por ahí. No volví a ver a Jordan el resto de la noche, y no es como si la hubiese estado buscando con la mirada a cada instante, sólo... bueno, miraba el entorno.

Sophie y yo bailamos un par de veces aquellas canciones que a ambos nos gustaban, nada muy pegado, sólo saltos de un lado al otro y movimientos de cabeza y brazos. Habían pasado aproximadamente 2h cuando el teléfono de Sophie empezó a vibrar mientras ambos permanecíamos sentados en una de las mesas. Ella contestó y se alejó un poco del ruido de la música para poder hablar tranquilamente por teléfono.

Yo, me quedé ahí sentado con los ojos en la pista y la mente nublada por cientos de pensamientos. Sentía algo dentro de mí que me decía que debía hacer algo pero no sabía el qué, se sentía como si una parte de mí tratase de vendar mis ojos y no dejarme ver aquello que quería. Respira. Respira... repetía una y otra vez esas palabras en mi mente buscando aclarar un poco mis ideas. ¿Qué se suponía que debía hacer? Entonces regresó Sophie más feliz que nunca.

-¡Está aquí! Mi novio ha venido al baile ¡¿Te lo puedes creer?! -casi saltaba de alegría.

-Vaya, me alegro Sophie. Ven, vamos a verlo - Me levanté de la silla y ella tomó mi mano para sin más dilación comenzar a correr en dirección a la puerta de salida.

En cuanto cruzamos el umbral lo vimos a él recargado en la pared con una rosa blanca en la mano, usaba un esmoquin igual que el resto de hombres de la fiesta y tenía el pelo uniformemente peinado, casi al milímetro. En cuanto Sophie lo vio se lanzó a sus brazos y yo aparté un poco la mirada incómodo. Sin embargo, algo de esa situación me causó envidia. Dios, era la primera vez en muchos años que sentía envidia de algo y ni siquiera sabía de qué. Carraspeé antes de acercarme a la pareja para despedirme de ellos y así poder marcharme a casa a descansar. Sophie trató de convencerme para que me quedara con ellos al menos un rato pero me negué, no quería ver más parejas empalagosas por un tiempo.

Me quité la chaqueta, la colgué en mi hombro y aflojé la pajarita. Ahora sólo conduciría de vuelta a casa y dormiría el resto de la noche. Había sido una semana extraña, lo único que quería era volver a la normalidad y quizás pasar el verano haciendo bromas a nuestros hermanos y familia con Jordan antes de ir a la universidad. Pero eso nunca ocurrió, porque como finalmente remarcó Avery, aquel fue mi tercer error y todo cambió.

Jordan cada vez era más evasiva y tardaba horas en responder mis llamadas y mensajes, después se volvieron días, luego semanas y finalmente perdimos el contacto. Era extraño como siendo vecinos veía más al cartero que a la que era mi mejor amiga.

Los gritos de unos niños me trajeron de golpe a la realidad. Tenía la frente recargada contra el cristal de los fósiles prehistóricos que exhibían y las gafas colgaban al final del puente de mi nariz, las acomodé y eché un vistazo a mi alrededor, pero nadie parecía prestarme atención. El grupo de niños que me sobresaltó estaba a unas 5 vitrinas a mi derecha, habían con ellos dos adultos no mucho más mayores que yo, puede que incluso fueran de mi edad. El chico tenía el cabello negro peinado en una cresta y llevaba dos piercings en la ceja izquierda y otros dos en la oreja. Además, la manga de su camiseta estaba arremangada dejando ver la tinta negra que recubría sus brazos. La otra era una chica menuda que portaba la capucha de su chaqueta subida hasta arriba tapando todo su rostro, sin embargo se podía ver parte de su mata de pelo verde oscuro sobresalir de esta. Había algo en ella que se me hacía familiar, quizás fuera algo en su pose o en sus movimientos, pero me resultaban familiares. Entonces lo vi, uno de los niños le quitó la capucha en broma y salió corriendo con sus amigos, ella río y los amenazó con colgarlos de los tobillos si no se estaban quietos de una vez por todas, y fue cuando se dio la vuelta de cara a mí.

La noche que perdimos (#Jarchi GDN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora