Final

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Ella ni siquiera había pensado en la posibilidad de que yo estaría ocupado en el trabajo, comenzaba a creer que era un poco egoísta o sólo quería convencerme de tener un motivo para culpar el rompimiento.

Pasé la tarde entera tratando de asimilar lo que sucedería al día siguiente, ideando supuestos planes que podrían remotamente, dar un resultado positivo a que la relación resurgiera pero mis probabilidades eran pocas, aún así decidí "tirarme al ruedo" sabiendo de antemano que seguramente terminaría más roto que antes.

Estaba totalmente nervioso. La ducha en esos momentos no ayudaba de mucho ya que recordé la primera vez que lo habíamos hecho en este lugar precisamente, en donde la hice mía mientras las gotas caían sobre nuestros cuerpos desnudos. Una mezcla de dulzura y amor que completó nuestro pacto.

Reí al pensar que todo comenzó cuando le pedí que me pasara una toalla porque la había olvidado en la cama.

Vinieron a mi mente sus besos, sus caricias, su entrega...

...Y sus promesas vacías.

De nuevo esa impotencia se apoderó de mí, mi pecho se contraía, la respiración de acortaba, mis manos se formaron en puños y sin pensarlo uno de ellos se impactó contra la loza cercana. El dolor en mis nudillos apareció pero no era tan intenso como el que se había depositado en mi corazón. Me quemaba por dentro y lágrimas de frustración salieron presurosas.

-¿Por qué lo hiciste si yo te amo tanto? -susurré dolorosamente, pensando que tal vez ella podría escucharme- ¿Por qué ya no me amas? ¿Qué hice mal? ¿Te dañé alguna vez?

Poco a poco me dejé caer en el suelo, me senté sobre el azulejo mojado y comencé a llorar de nuevo de esa manera lastimera.

¡Era un estúpido sensible!

Papá me lo dijo muchas veces y trató de que fuera un "hombre", pero siempre que me herían terminaba llorando y no era lo suficientemente "duro", se burlaban de mí, de mis sentimientos. Era la marioneta, un juguete, el bufón.

A nadie le importaba sí era bueno, sólo querían apostar en qué momento me quebraría y de nuevo comenzaría a llorar.

Era patético y deseaba cambiarlo; pero esta vez creí que todo estaría bien, que había encontrado por fin a la mujer que compartiría su vida con la mía, pero me di cuenta muy tarde que no era así y ahora tenía que tomar la decisión y responsabilidad de luchar por una última vez.

Tenía que lograrlo.

Estaba impaciente, llevaba sólo 5 minutos esperando y me parecía una eternidad.

Miraba cada cierto lapso mi reloj, asegurándome que no hubiese llegado demasiado tarde o demasiado temprano, o en su caso que no me haya equivocado de fecha, pero no fue así, todo estaba en orden.

Recargué mis brazos sobre la madera húmeda por la reciente lluvia y mi cabeza se acomodó entre éstos para fijar mi vista en el agua, suspiré y cerré mis ojos lentamente aspirando el aroma del ambiente. Fue entonces que los recuerdos invadieron mi mente.

"Corrimos juntos hasta llegar al muelle, ella sonreía abiertamente y yo la abrazaba por la cintura, mientras que con mi mano libre peinaba mi rebelde cabello.

La brisa y el ambiente nos hizo sonreír cómplices en ese momento. Estaba eufórico, amaba profundamente a Maaya y me correspondía, me lo había dicho y sin duda era el hombre más feliz sobre el planeta.

Shut up.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora