La oscuridad de la habitación se vio interrumpida por una bombilla un poco atrofiada, dado que se encendía unos segundos y luego volvía a cernirse al entorno tétrico del lugar.Por fin, tras tanto tiempo deseando tenerla entre mis manos, ella estaba aquí. Después de haber arruinado mi vida, no una ni dos, sino tres veces, ella se encontraba frente a mí en una silla atada. Aunque bien sabía que el interrogatorio no iba a ser fácil. Ella siempre ha sido fría como el témpano, preocupándose sólo por ella misma y por nadie más. Las amenazas y torturas no servirían de mucho, pero el tiempo corría y ella era mi única esperanza.
- ¿Dónde está?- interrogué de manera brusca e intentando sonar lo menos débil posible, y creo que lo conseguí, pero ella tan sólo puso una sonrisa cínica. Yo había cambiado, ya no me dejaba pisar por nadie, y menos por ella. Pero eso no significa que no tuviera puntos débiles, y ella siendo consciente, había tocado uno, uno de los más importantes para concretar.
- ¿Dónde está qué?- preguntó ella de vuelta, pero sabía perfectamente de qué estaba hablando, lo hacía sólo para jugar con mi paciencia, pero desgraciadamente (para ella) yo ya me sabía sus trucos y no iba a perder las riendas de mí misma.
- Sabes perfectamente de qué estoy hablando, así que dime dónde está.
- No sé de que me estás hablando.- respondió de nuevo con una sonrisa sarcástica. Me acerqué a ella de manera que quedé con las manos apoyadas en los respaldos de la silla en la que estaba atada, frente a frente. Metí la mano en mi bota y saqué mi pequeña navaja, jugueteé con ella entre mis palmas, pensando fríamente lo que iba a hacer. No debía dejarme llevar, no debía agotar mi paciencia, por el contrario, ella habría ganado.
Ser más fuerte físicamente no muestra tu fortaleza psicológica; me recordó mis subconsciente y yo sabía que mi yo interior tenía razón. Todas estas sesiones de psicología y de entrenamientos intensivos se irían a la mierda en el momento de la verdad, y este era el momento. Agarré firmemente la navaja y le golpeé en la mejilla, proporcionándole un corte no muy profundo.
- ¡Qué me digas dónde está él! Y no trates de mentirme diciendo que está muerto, porque sé que no lo está.- sentencié y me vino a la memoria sus hermosos ojos verdes. Pero no iba a llorar, no delante de ella. Yo era fuerte.
- Qué pena que no te haya tocado interrogar a un hombre, ¿No? Sería mucho más fácil actuando como la zorra que eres.- escupió con rabia.
- ¿Sabes qué? Estoy harta de actuar como la buena de la película.- mencioné con una sonrisa cruel, mirándola, aunque bien sabía que no le iba a intimidar.- Porque haya trabajado en la central de la policía no significa que vaya a actuar como una buena persona, porque no lo soy, y tú lo sabes muy bien. Lleva desaparecido tres meses, pero sé que no está muerto, no trates de mentirme.
- Solo eres una puta, búscate otro, seguro que él ya te ha olvidado.
No dejes que te afecte. No. Sólo está jugando contigo. Ya lo ha hecho antes, mántente impasible. Ella sabe que es tu punto débil, pero no se lo des en bandeja.
- ¿Eso es lo que tu no entiendes? No tienes ni idea de lo que es el amor. No vas a conseguir nada con esto, porque mi punto débil es mi punto fuerte, y eso es lo que nunca entenderás; el amor.
- Sólo eres una de sus zorras. Él no te quiere. - senteció con asco. Mi sangre empezó a hervir de rabia. Ahora mismo me importaba una mierda el autocontrol. Ya no es que estuviera tocando mi punto sensible, si no que estaba negando nuestro amor.
- ¿Cómo es posible que un sentimiento tan hermoso como el amor pueda a llegar a mover el odio y la agresión?- pregunté retóricamente acercándome a ella, que estaba sonriendo, se estaba saliendo con la suya, pero ya no me importaba. Saqué de nuevo mi navaja y se la coloqué en la garganta.- O hablas ahora o estás muerta. Puede que te creas que eres mi última esperanza, pero no, tengo más personas a las que interrogar y matar a una no influirá. Le voy a encontrar con tu ayuda o sin la tuya.
- No te atreviste siquiera a defenderte, vas a ser capaz de matar a una persona. Deja de actuar como alguien que no eres. Sigues siendo la misma alma vulnerable que conocí años atrás.
- ¿Sabes? Puede que tú no hayas cambiado, ya que sigues siendo la misma hija de puta de siempre. Pero yo he cambiado mucho, no tienes ni puta idea de lo que yo soy capaz de hacer por alguien que amo. Soy muy capaz de matarte y de dejar un rastro de sangre allá a donde voy.
- No. Eres. Capaz. - me retó de manera burlesca. El odio que sentía por ella era inexplicable. Lo único que deseaba era que perdiera los estribos, y sinceramente, no me importaba. En la habitación adyacente, se encontraban unos de mis ayudantes que se encargaba de tomar nota del interrogatorio. No estabamos en un lugar que precisamente se preocupara por la vida de los demás, por lo tanto no ocurriría nada por la perdida de una persona.
- No tienes ni la más remota idea con lo que estás jugando. Puede que no me atreviera a defenderme, pero te sorprendería saber las locuras que soy capaz de hacer sólo por él.
- Ahórrate la telenovela y el drama. No me interesa.
- Ya he tenido suficiente.- apreté los puños y empecé a clavar la navaja en su cuello, marcándola de manera superficial.
Ella aguantó el dolor físico como podía, pero estaba sufriendo. Retenía las lágrimas tanto como le era posible, pero cuando su camisa blanca empezó a teñirse de color carmín, lanzó un grito desgarrador que le hubiera detenido a cualquiera. Pero a mí no, lo había empezado y lo iba a terminar. Ella no tuvo compasión ni de mí ni de él, ¿Por qué la debería tener yo? Empecé a trazar las siglas "HS" en la zona donde el el hombro y el cuello se encontraban. Me acerqué peligrosamente a su vena yugular interna, en la cual, con un mínimo corte superficial tardaría segundos en morir desangrada.- Tienes tres segundos para decirme dónde coño está. ¿Qué le hiciste hija de puta?
Mi demonio sobre el hombro izquierdo estaba eufórico y brincaba de felicidad por lo que le estaba haciendo, mientras que mi pequeño angelito se limitaba a susurrarme que me controlara, que eso era lo que ella quería; que me convirtiera en una de las suyas.
- Mátame, venga. A quién le va a doler va a ser a ti, no a mí.- me animó riéndose en mi cara.
- No eres ni la primera ni la última persona que asesinaré por él. - sentencié y lancé la navaja, de modo que su filo le penetrara su espinilla, de la que empezó a llenar todo el suelo de sangre. Ella gimió de dolor.
Ya está bien, no puedes dejar que te manipule de esta manera. ¿Crees que él estaría orgulloso de que fueras una asesina?; gritó mi ángel haciendo que me diera cuenta de que estaba perdiendo el control, algo que no podía permitirme.
- No sabes cuánto te odio.- comentó ella al verme más relajada, intentando aprovecharse de la situación.
- Tranquila, el sentimiento es mutuo.- acoté con desprecio.
- De todas maneras, ¿Qué más te da? Probablemente él ahora esté divirtiéndose con otra zorra. - y eso ya, me explotó. Le asesté un puñetazo en la mandíbula, provocando que ella escupiera sangre. Le tire la silla para atrás y por el impacto inminente, se rompió, causando un estruendo que llenó la sala. Tomé entre mis manos la navaja de nuevo y la acerqué a su pecho, presa de la ira, la hubiera apuñalado. Pero sentí unos brazos rodearme por la cintura.
- ¡Suéltame! ¡Déjame acabar con la vida de esta escoria!
- ¡Ya! ¡Cálmate! ¡Estás a punto de matarla!- exclamó clavando sus azules en mí.- Vamos a fuera.- ordenó arrastrándome, pero antes de que me sacaran de ahí, pude ver una sonrisa burlona y orgullosa a pesar de toda la sangre derramada.
ESTÁS LEYENDO
ONE SHOTS
Short StoryOne shots variados, con derechos de autor. No se permite ningún tipo de plagio o de adaptación sin permiso de la autora. [Portada provisional]