She's not afraid

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Me dejé desplomar encima del pupitre, mirando atentamente la gran pizarra blanca que tenía en frente. El profesor de salud (y supervisor) había dibujado un enorme número "7" en esa pizarra. Siete horas para salir del castigo. Siete. Putas. Horas.

Podía parecer que era la única aquí. La única que había hecho algo que requería un castigo de todo un sábado. Sólo yo y Mr. Hammond, quien tenía probablemente setenta (o más) años, apestaba a talco de bebé y tenía una excusa para ir al baño cada cinco minutos.

A lo mejor Mr. Hammond se quedaba dormido y podría escaparme para conseguir comida, o eso creí. Pero eso... Significaría perder el almuerzo que mi madre me había hecho. Y... ¿Qué si despertaba? Entonces estaría de vuelta en el aula de castigo. Sentada aquí. Sola.

Escuché la puerta ser abierta y luego siendo cerrada de golpe, causando que Mr. Hammond y yo nos asustásemos. Sentí un nudo en el estómago y me giré hacia atrás para ver el reloj; 8:15. Por supuesto que no iba a estar sola. Tonta de mí.

De hecho, tendría la compañía del tío más detestable y problemático del colegio. Sólo yo, Mr Hammond y... Louis Tomlinson.

Le visualicé por el rabillo del ojo, ya que se sentó en una silla a unas filas a mi derecha, dejando sus pies reposar encima del pupitre. Cruzó los brazos detrás de su cabeza, con sus codos apuntando a direcciones contrarias. Sabía que me estaba observando, pero yo no le iba a mirar de vuelta ni en sueños.

Sabía a la perfección la única razón por la que Mr. Hammond no le echó la bronca por llegar tarde, y era precisamente porque no quería soportar a Louis siete horas más en esta clase. Podía verlo por la forma en la que le ignoraba, mirando detenidamente los papeles que tenía por puntuar. E hice lo mismo, observando de forma desinteresada mis uñas mientras mis manos descansaban en la superficie de la mesa.

Él me miraba con esa misma mirada vaga e impresionada que siempre tenía. Como si todo en la vida fuera un juego aburrido, y la gente con la que él socializaba éramos su entretenimiento y él era el nuestro. Hoy, Louis vestía con una sudadera gastada encima de una camiseta holgada blanca, además de unos pantalones negros muy apretados. Las pulseras metálicas que llevaba, resonaban cada vez que movía sus brazos, y él seguía mirándome.

Mis ojos seguían centrados en mis uñas, antes de voltearme para ver de nuevo el reloj; 8:20. Seis horas y cuarenta minutos para marcharme.

El tiempo pasaba; 8:45. "Enseguida vuelvo" comentó Mr. Hammond, rompiendo el silencio de un momento para otro, haciendo que saltara en mi asiento. Se levantó y se dirigió a la puerta, sin dudar en irse a otro de sus visitas al baño. Sentí otra vez ese nudo en el estómago, ¡No me dejéis sola con él!

Mi último encuentro con Louis fue en la fiesta de deportes del colegio. Era la primera celebración en tres años, por "problemas de deportividad". E iba a ser la última de todas; por culpa de Louis Tomlinson. Su clase competía contra la mía jugando al fútbol; o al menos, antes de que se convirtiese en una lucha de sangre. Michael Gross no paraba de provocarle, y aunque Louis fuera más pequeño que Michael, Louis se lanzó sobre él con una furia que todavía está grabada en mi mente. Aún podía verles peleándose y siendo sostenidos por los entrenadores, para que no se mataran. Finalmente, consiguieron sacarles de la cancha entre tambaleos. Eso fue hace más de un mes, pero aún así, no era suficiente tiempo alejada de Louis Tomlinson.

"Hey, tú eres nueva por aquí, ¿Verdad?" Dijo entre dientes desde el otro lado de la sala. Le observé fijamente y con decisión, sin dejar escapar siquiera un pestañeo. Él se columpiaba en la silla, con sus brazos detrás de su cabeza otra vez. De golpe, dejó caer su silla en sus cuatro patas, y luego, apoyó sus brazos en el pupitre. "Venga, cariño. Te llamabas Nadia, ¿Verdad? ¿Por qué estás aquí?"

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⏰ Última actualización: Jul 13, 2016 ⏰

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