Pizza.

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En lugar de salir de mis dulces sueños con el sonido habitual de mi grupo de rock independiente favorito sonando en el despertador, Tegan me despertó de golpe entrando en mi habitación y saltando sobre la cama.

-¡Levántate! ¡Tenemos que salir a explorar!

Aquello era como el Día de la Marmota. Estaba segura de que ya había vivido todo eso el día anterior, cuando aún estabamos en Escocia, y no durmiendo en el cómodo apartamento de mi padre tras un viaje agotador.

-¿Es que nunca duermes? -murmuré refugiandome en mi almohada.

-¡Por favooor! -me gritó al oído.

Giré la cabeza y la vi inclinarse sobre mí con una gran sonrisa. No pude evitar reírme. Era la primera vez que Tegan iba a Londres, no podía echarle en cara que estuviese entusiasmada.

-Esta bien..., si te vas de aquí, a lo mejor puedo levantarme -gruñí.

-Date prisa -dijo dándome una palmadita en la cabeza.

Hice un intento adormilado de apartarla con un manotazo, pero era demasiado rápida. Saltó de la cama llena de energía matinal.

-¡Te veo en un minutooo!

-¡En bastantes minutos! -repliqué mientras salía de la habitación.

Tras un regaderazo, me puse mi vestido favorito, uno corto de mezclilla, perfecto para el buen tiempo, y unas botas oscuras de tacón que me encantaban. Probablemente eran demasiado elegantes para caminar por Londres, y seguramente me lastimarían, pero era el precio que tenía que pagar por ir con mi mejor conjunto. Quería hacer el esfuerzo de ponerme guapa después de la facha desastrosa que tenía durante el agotador viaje, pero esto supuso que para cuando acabé de maquillarme un poco y dominar mi cabello ondulado ya era casi mediodía.
Fui hacia la sala donde Tegan me estaba esperando sentada en el sofá.

-¡Por fin! -exclamó levantándose de un salto.
Le eché una mirada poco amistosa y se rio.
-¡Estás guapísima, ____!
-Tú también..., me encanta esa camiseta brillante.

Tegan llevaba una camiseta roja de manga corta que tenía impresas las letras <<L. A.>> en color negro. No creo que ella hubiera estado en Estados Unidos, pero la camiseta era mona, y se ajustaba perfectamente a su cuerpo esbelto y alargado.

-Gracias, ____. ¿Buscamos algún sitio para comer? Me muero de hambre. Y es la hora de comer -dijo dando un par de golpecitos en su reloj y mirándome en plan indirecta.

-Sí, claro -sonreí aceptando que, una vez más, me había retrasado-. ¿Dónde vamos?

-Quiero pizza -dijo al tiempo que daba saltitos.
Suspiré y puse los ojos en blanco.

-¿En serio? Viajamos hasta Londres, podemos comer cualquier cosa e ir a cualquier parte, y ¿todavía quieres comer eso? No entiendo cómo puedes estar tan obsesionada.
Tegan me miró con expresión suplicante.
-De acuerdo, tú ganas. Pero mañana elijo yo -le aseguré.
-¡Yuju!
Tegan me agarró del brazo y prácticamente saltó fuera de la casa.

Pensé que podríamos ir en el viejo coche de mi padre al restaurante italiano del barrio. Y como me sentía generosa, le permití conducir a Tegan. Me dejé caer sobre el asiento y respiré hondo mientras miraba por la ventanilla, aliviada por estar en un sitio diferente. Un sitio donde podríamos dejar atrás todo el estrés de nuestra ciudad y de unas antiguas relaciones.

Tegan puso el radio en su emisora de música favorita y, de repente, el animado ritmo de One Direction llenó el coche. El pop no era realmente lo mío -prefería el rock alternativo-, así que gruñí e intenté cambiar de estación, pero Tegan me golpeó la mano.

-Ya sé que no te gustan, pero a mí me encanta esta canción, y como soy yo la que va al volante, la música la elijo yo.

-Sí, pero es el coche de mi padre por si no te has dado cuenta -bromeé.
Dejé que siguiera sonando.
-De todas maneras, ya te he dicho otras veces que no es que no me gusten, porque en realidad no los conozco. Simplemente, no soy muy fan de su música.
Pero entonces empezó a sonar uno de nuestros grupos favoritos, que nos encantaba a las dos desde pequeñas; nos pusimos a gritar la letra, un poco de mal gusto, y luego nos reímos como locas. Tegan tuvo que concentrarse bastante en que no nos matáramos de lo fuerte que se estaba riendo. Este era el motivo por el que habíamos ido a Londres: además de ver a mi padre, valía la pena tener momentos así.

Llegamos al restaurante de un humor excelente. No había demasiada gente, lo que a mí me parecía perfecto. Significaba que podíamos platicar a nuestras anchas, hacer planes para toda la semana y que nos atenderían enseguida. Ya estaba muerta de hambre. Nos sentamos en una mesa al lado de la ventana y estábamos listas para pedir. De repente, las risas de un grupo de chicos que bromeaban unos con otros con comentarios de lo más pintorescos, unas pocas mesas por detrás de la nuestra, nos hizo girarnos.

-Vaya..., ¿quieres que nos vayamos, Tegan? Tener que aguantar a una pandilla de chicos ruidosos no formaba parte del plan de hoy -me quejé

-No te agobies, sólo se están divirtiendo un poco -dijo Tegan sacudiendo la cabeza-. No son ni Jacob ni Josh, eso es lo único que importa.

-Supongo que sí -respondí sintiéndome un poco aguafiestas-. Lo siento.
Pero Tegan no me estaba prestando atención. Se había puesto a buscar en su mochila con cierto nerviosismo, sacando cosas una a una y poniéndolas sobre la mesa.

-Tegan, ¿qué pasa?
Me miró.
-Se me olvidó la cartera. Debí dejarla en casa de tu padre -dijo mordiéndose el labio inferior.
-¿En serio? -le pregunté.
Tegan asintió.
-No pasa nada, te presto dinero y me lo das luego.
-También dejé el teléfono. Y ni siquiera le puse un mensaje a mis padres para decirles que llegamos bien. ¡Lo siento! -dijo ella, avergonzada.
-¡Tegan! -protesté.
-Bueno, no hemos pedido todavía, ¿puedes esperarme aquí hasta que vuelva? No tardo nada.

Suspiré.

-De acuerdo. Conduce con cuidado. No hay prisa.

-¡Gracias, gracias, gracias! Vuelvo enseguida.
Así que se levantó de la mesa y salió corriendo del restaurante.

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⏰ Última actualización: Nov 21, 2015 ⏰

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Secretos en el Backstage (Zayn & Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora