Estábamos en una reunión esplendorosa, habíamos planificado comer bien y brindar por la tan anhelada graduación Universitaria de un viejo amigo de la infancia llamado Juan. Eramos alrededor de 20 personas y todos estábamos vestidos de gala. Las 8 de la noche y el personal puntual en aquella cita, pero como siempre había uno y otro que llegaba 5 a 10 minutos tarde. Finalmente todos.
Cuando Jorge entraba por aquella puerta del salón que habíamos reservado para festejar, vestía un terno color negro y una camisa blanca adornada de una corbata roja con rayas plomas. Estaba demasiado alegre y lo recibimos con fuertes estrechones de brazo y palmotadas en la espalda. No era para menos, ¡era el día en el que al fin se habían matizado sus sueños!. Luego de la diplomacia, caminó hasta el fondo y se sentó a degustar la cena que ya estaban sirviendo y se veía deliciosa. La copa de champan y las solicitadas palabras del graduado y luego... a disfrutar.
Conversó de todo, desde el día en que había entrado a la Universidad, y conoció al profesor de matemáticas que amargó su semestre, hasta el día que se enamoró de María Fernanda "Mafer" y se casaron 6 meses antes de la tan esperada graduación (por cierto ella no estaba presente porque según palabras del homenajeado, estaba atravesando la gripe más fuerte de su vida). En fin, Juan estaba alegre y emocionado que hasta casi lloraba de la felicidad (su rostro lo delataba), mientras todos alimentábamos su ego y le expresábamos nuestras más profundas felicitaciones.
Nos tomamos fotos, aplaudimos y preguntábamos cosas de su vida a lo cuál él siempre supo responder con inteligencia y lucidez. Sus palabras impresionaban por lo tan excelentemente bien elaboradas (en sus inusuales) respuestas. Los meseros sonreían con atención esperando que sigamos consumiendo y además su buena propina al salir. Cuando nos dieron el postre estábamos en el punto máximo del momento, risas, felicidad y ardua conversación. Un instante genial que trascendió tan rápido porque eran ya las 9:30 de la noche. ¡Hora y media que voló!.
No sé cuando sobrevino ni en qué momento, pero en medio de la risotada se escuchó en las afueras del lugar, cómo la bocina insistente de un auto gris llamaba la atención. Todos salimos a ver qué estaba sucediendo y la curiosidad nos invadía que hasta los meseros nos acompañaron hacía afuera. Era un bullicio tenaz. Cuando al fin llegamos, nos sorprendimos sobremanera y nunca logramos tener una explicación lógica que pudiera llenar a cabalidad los cuestionamientos que nuestro cerebro inquiere cada día. Un hombre alto se bajaba de su lujoso bólido con una mujer muy bonita, él caballerosamente le abría la puerta y tomándola de su delicada mano la llevaba hacia nosotros. Vestía un terno café oscuro y una camisa negra.
-¡He llegado un poco tarde!, lo siento y pido disculpas. No quería hacerles esperar, pero media hora no es mucho ¿o sí?. ¡Es momento de celebrar a lo grande amigos!-
Exclamó con voz fuerte y sonreía mientras todos nos veíamos las caras asustados...no era para menos. ¡Era Juan y Mafer su mujer quienes llegaban al banquete!. Rápidamente todos nos preguntamos... ¿Con quién compartimos toda la noche?... nunca encontramos al "otro", "gemelo endemoniado", salido de los infiernos o un misterioso fantasma que se esfumó en la nada para nunca más aparecer.
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Lugares y Leyendas Tenebrosas
Paranormalcomo el nombre mismo dice lugares y leyendas historias talves reales, disfrutenlo