Capítulo 3

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Un segundo. Un minuto. Una hora ¿Estoy viva? ¿Estoy muerta? ¿En qué segundo me iba a dar cuenta si lo estaba o no? ¿O en que minuto?

Era real. Estaba yo, Mérida Conners, la misma que había sobrevivido a cada etapa del virus, herida finalmente. Mi final había llegado, pero yo siempre lo esperaba. Desde cuando estaba oculta en mi cueva sosteniendo los últimos recuerdos de mi familia hasta cuando lloraba al ver a familias completas listas a devorarme.

Podía sentir la sangre salir de mi abdomen. Es gracioso ¿Saben? Yo nunca fui de esas que les molestan estar incómodas por la suciedad. Incluso Twan y yo nos ocultamos en una alcantarilla, o cuando llegó el verano y no paraba de sudar. Esas cosas nunca suponían un problema para mí y aún así...Ahí estaba yo, irritada por estar bañada en mi propia sangre.

No tenía miedo, ni rabia ni tristeza. Solo estaba irritada e incómoda y quería que todo eso se terminara para que yo pudiera ir a mi pequeña cueva con las fotos familiares restantes a dormir.

Solo quería eso. Dormir.

-Oh, Dios mío, Matt. Le has disparado a una chica viva-

Oí pasos que corrían rápidamente hacia mi. Todo estaba tan borroso que no pude diferenciar mucho, pero por los pasos, sabía que eran dos jóvenes. Uno llamado Matt, otro que tenía una voz conocida.

Corrían hacia mí y yo moría. Estaba segura que iba a morir. Después de tanto tiempo, al menos estaba segura que papá y mamá me esperaban al otro lado.

A ellos los había visto morir y volver.

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-No puedo creer que ya se hayan terminado las clases-

Me dijo Claire mientras caminábamos por los pasillos el último día. Hacía mucho frío y nos habían mandando a traer chocolate caliente por si acaso.

-No te emociones, Claire. Las clases no han terminado. Es solo el descanso de invierno-

-¿Siempre tienes que ser tan negativa?-

-Echa un vistazo, Claire. Mitad del colegio no vino-

-Si, pero...-

Presten atención; En este momento todo cambia. No hay vuelta atrás. Pueden leer el comienzo y quedarse ahí. Ignorar lo que viene después de esto, pero yo no; A partir de aquí todo se fue a la mierda.

Se oyó un disparo.

Fue tan fuerte que todos creíamos que se trataba de una bomba. Sucedió tan rápido que solo pude tirarme al piso y gritar ¿Qué más iba a hacer? Era esa Mérida. La Mérida con amorosos padres y una obsesión con Filipinas. Yo no sabía nada.

¿Qué diablos estaría pasando? ¿Un loco habría entrado al colegio con pistolas?

No. No era así.

Porque nadie gritaba. Nadie corría.

Sucedió de tal forma que apenas pudimos distinguir que el sonido venia de fuera del edificio, todos los que nos habíamos tirado al suelo nos pusimos de pie y nos miramos en horror ¿Qué diablos estaba pasando?

El profesor Kelly salió corriendo de su aula. Estaba tan aterrado como nosotros; era el único profesor que se encontraba en esa planta.

-Chicos, todos vayan de inmediato a...-

Las dos puertas gigantes de la entrada se abrieron. Bueno, alguien las abrió. El sonido del metal sonando contra las paredes solo nos hizo saber algo; alguien la había abierto con una patada.

Era un militar, pero no de eso que papá nos llevaba a ver al palacio de Buckingham, si no uno de esos que se paseaban por las calles cuando habían amenazas terroristas.

Era alto y había una metralleta entre sus manos.

-Todos deben irse de inmediato-

Nadie dijo nada. Apenas nos dignábamos a respirar.

-¡Ahora!-

Grito el militar fuertemente y no dudamos en correr a los salones, tomar nuestras cosas y salir corriendo.

Yo era una de las pocas que con 16 años, llegaba a conducir un auto. No era mío y pocas veces lograba conducirlo. Era de mamá y en realidad no tenía licencia para manejarlo, pero papá me dejaba manejarlo en distancias cortas y llevarlo para la escuela pues también tenía que recoger a mis hermanos.

-¿Puedo ir a tu casa?-Me preguntó Claire-Mis hermanos viajaron a Escocia-

Asentí y ambas corrimos hacia el estacionamiento. Éramos tan pocos que la soledad y la nieve acumulada me recordaban a una película de terror, pero cuando me resguardé en el carro, me sentí a salvo. Ahora que lo recuerdo, me da risa.

Ese carro sería mi lugar seguro por meses.

La única salida de la escuela que no estaba cerrada por la nieve era la trasera. Llevaba directo hacia una zona vacía de Londres.

Había algo en la acera y tres camiones militares estacionados junto a ella. Entonces lo vi; Claire vomitó en el asiento trasero. Yo solté un grito de horror.

Había una mujer cubierta de sangre en la acera. Lloraba desconsolada y aunque parecía que estaba herida, pronto me di cuenta que la sangre no era suya.

Había otra mujer en el pavimento. Usaba una chaqueta de cuero y unas botas marrones.

La mujer no tenía rostro; se lo habían comido. Su carne y sangre estaban expuestas a la intemperie y parecía como si alguien hubiera licuado su rostro.

De último, había un hombre muerto, pero con tres disparos al rostro de los cuales sangre caía hacia la acera y se mezclaba con la nieve derretida.

De sus ojos salía sangre. De su boca espuma. Sus ojos...Estaban rojos y amenazaban con salirse. También había sangre saliendo de sus oídos.

Me tardé en darme cuenta que no era sólo sangre. Si no pequeñas partes que correspondían al tímpano.

Conduje tan rápido como pude. Esas cosas...No eran normales. Eran cosas que solo el maquillaje de The Walking Dead imitaban. Fue abrumante ver a un ser humano así. Pensé que los disparos habían causado eso.

Pensé mal.

Les dije que no siguieran leyendo

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⏰ Última actualización: May 26, 2019 ⏰

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